"Esta oportunidad me ha enriquecido como ser humano": nuestra compañera Marisa nos cuenta su voluntariado con ancianos en soledad

La crisis que está dejando tras de sí el COVID-19 toca todos los palos de nuestra sociedad; algo especialmente difícil para aquellas personas que ya tenían una vida complicada antes de que todo esto llegara.

Nos referimos a las personas con discapacidad, cuyas rutinas se rompieron por completo y, especialmente, a los ancianos. Estos no solo han estado en el punto de mira del maldito virus sino también de la soledad obligatoria que el confinamiento trajo consigo para todos aquellos mayores que viven solos. 

Por eso CESCE se puso manos a la obra organizando un voluntariado de la mano de la asociación NadieSolo, para que aquellos empleados con la inquietud de ayudar pudieran hacerlo a través de un gesto muy sencillo: una llamada de teléfono. Y el milagro se hizo realidad y ese "ring-ring" cambió la vida de tantos ancianos sin nadie con quien compartir sus vidas. 

Nuestra compañera Marisa fue uno de estos "ángeles de la guarda" y hoy viene a contarnos su experiencia. Porque no hay mejor manera de liderar que con el ejemplo:

Me gustaría compartir con todos vosotros mi experiencia personal con respecto al voluntariado telefónico NadieSolo que llevo haciendo desde hace unos meses, casi desde que comenzó la pandemia.

Hablo cada día por teléfono con la usuaria que me asignaron, una mujer de 84 años que ha tenido y tiene una vida familiar muy complicada. 

Al principio no me fue fácil que confiara en mí pero, con la constancia y el paso del tiempo hemos llegado a un grado de confianza y acercamiento maravilloso. Suele estar pendiente de mis llamadas, la tranquiliza el poder desahogarse y expresarse con toda naturalidad sin miedo a ser juzgada. Es respetuosa, agradecida, educada, sensata y está siempre abierta a las sugerencias que le hago para mejorar su estado de ánimo y gestionar los problemas con los que se enfrenta cada día. Se ha convertido, poquito a poco, en alguien importante en mi vida. 

Esta oportunidad que me ha dado CESCE me ha enriquecido mucho como ser humano y me ha ayudado también a aprender a escuchar de forma activa. He aprendido a caminar con los zapatos de esta mujer y a mirar la vida con los ojos de la otra persona y entenderla sin emitir juicios.

¡Mil gracias por tu testimonio, Marisa! Y gracias a todos los demás participantes por vuestra generosidad y desinterés para ayudar al prójimo en tiempos del COVID. 


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