12 jun 2019

Medir la salud financiera de nuestra compañía para hacerla más eficiente

Aunque pueda parecer una contradicción, que una empresa genere ingresos no significa necesariamente que su salud financiera sea buena, ya que a lo largo de un ejercicio económico se recogen numerosos datos contables que si se evalúan servirán para ofrecernos una imagen objetiva de cómo se encuentra nuestra entidad.

Hace ya algunos meses analizamos que el mejor camino para evaluar la situación real de un negocio es a través de distintos ratios que nos indican, por ejemplo, la liquidez, la solvencia o la rentabilidad del negocio, pero, en esta ocasión, el reto es discernir cómo llevar a cabo una planificación eficaz que posibilite tener un crecimiento sostenible sin disparar el endeudamiento, previendo cuáles serán las necesidades a medio y largo plazo que habremos de satisfacer para asegurar la supervivencia de nuestro negocio.

Para lograrlo, lo primero es marcarse una tarea como clave: realizar chequeos periódicos de las cuentas no sólo para ver en qué estado financiero se encuentra nuestra firma sino, también, para intentar prever posibles contingencias a futuro. Si no eres experto, lo mejor que puedes hacer es recurrir a un profesional que te asesore, pero, entretanto, existen algunas banderas rojas que hay que controlar:  

  • El nivel de deuda. Aunque es lógico que cualquier entidad tenga deuda, sobre todo en las fases más incipientes, existe un punto en el que deja de ser asumible. Hay dos operaciones que nos ayudan a conocer ese punto de inflexión:
  1. La relación deuda-capital, que se obtiene al dividir la deuda total entre el capital.
  2. La relación deuda-activos, que se logra también dividiendo uno entre otro.
  • Cuentas por cobrar. Realiza una auditoría de las cuentas que tienes pendientes de cobro e intenta estipular con tus clientes un límite máximo de días en que pueden satisfacer los pagos para evitar que te genere una tensión de caja insalvable. Plantéate si es posible que impongas el pago de intereses sobre tus cuentas vencidas.
  • Revisa tu capital. Dividiendo la cantidad de efectivo de que dispones entre los gastos mensuales que generas obtendrás tu solvencia real así como el tiempo que tendrás de margen en el caso de que por cualquier incidencia tus ingresos se desplomen.
  • Tu margen real de beneficio. Cualquier empresa, al crecer, hace variar el beneficio unitario por la venta de cada producto. Analiza cada cierto tiempo este dato y varía el precio de venta a tus clientes para ajustarlo a tus condiciones contables.
  • Controla tus inventarios. Almacenar en exceso productos genera costes y riesgos por deterioro. Hay veces en que incluso perdiendo dinero conviene liberar espacio para poder destinar esos recursos a otras necesidades de tu entidad.

El desafío de la liquidez

La liquidez no consiste sólo en conocer la cantidad de efectivo de que disponemos, sino que incluye a todos aquellos activos que se pueden convertir con rapidez en dinero para satisfacer las obligaciones a corto, por ejemplo, un seguro (que pueda cancelar de manera anticipada), una materia prima (como el oro, que es posible vender en el mercado), títulos de renta fija (bonos o letras del tesoro) o un fondo fiduciario.

No hay que confundir liquidez con solvencia, término este último que hace referencia a la capacidad de una empresa para generar fondos con los que hacer frente a sus obligaciones de pago en las condiciones y plazos pactados con terceros. Gozar de suficiente liquidez es especialmente importante en momentos en los que conseguir crédito bancario es más complicado, bien sea por la coyuntura de la economía o por las circunstancias particulares nuestras o de nuestro negocio.  

Como aumentar la salud financiera de mi empresa

El punto de equilibrio óptimo para la salud financiera en una empresa es no tener que llevar a cabo planificaciones en base sólo a satisfacer deudas a corto plazo o pasivos que se extiendan en el tiempo.

En realidad, está relacionada con el bienestar económico de una entidad y no necesariamente con su riqueza, es decir, que significa poder atender todos los requerimientos de dinero que tengamos con independencia del nivel de ingresos.   Para alcanzarla, existen algunas pautas que todos pueden seguir, especialmente los gestores de un negocio:

  • Medir cada mes con objetividad los gastos (fijos y adicionales).
  • Establecer metas a corto y largo plazo, fomentando una estrategia de ahorro para acortar el gasto lo máximo posible.
  • Disponer de un fondo de contingencia para satisfacer cualquier situación de emergencia inesperada que pueda deparar el futuro.
  • Priorizar los gastos y acometer de inmediato sólo aquellos que resulten imprescindibles para proseguir con la actividad, posponiendo los que no sean realmente necesarios a corto plazo.
  • Analizar los instrumentos financieros que existen en la actualidad, como las líneas de crédito, el factoring o el forfaiting.
  • Poner en marcha medidas que acorten los ciclos de facturación y favorezcan la revisión de los inventarios.

 

La ayuda de la tecnología

En la actualidad ya es posible utilizar las innovaciones de la revolución digital para mejorar la salud financiera de nuestra empresa. El Big Data, la Inteligencia Artificial o la Analítica de Datos pueden aportar mucho valor añadido a nuestra planificación, permitiendo establecer previsiones dinámicas, en áreas como:

  • Analizar cambios de comportamiento nuestros o de los clientes, las pautas y las causas por las que se producen y el modo de poder mejorar el rendimiento de las finanzas de nuestra empresa.
  • Vaticinar potenciales imprevistos, como, por ejemplo, las variaciones en el precio de algo que teníamos planeado adquirir, como un vehículo o una oficina.
  • Adelantar desviaciones significativas en el medio y largo plazo de nuestras proyecciones de ingresos y gastos, lo que nos permitirá anticipar la toma de decisiones.
  • Comparar precios y costes de servicios que tenemos contratados, optimizando nuestros recursos.
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