07 feb 2021

Se intensifican las protestas contra la junta militar

El pasado 8 de febrero, miles de ciudadanos volvieron, por tercer día consecutivo, a tomar las calles de Rangún ─la capital económica─ y de otras grandes ciudades birmanas para manifestar su rechazo a la junta militar (ver Golpe de Estado) y reclamar el regreso de la líder Aung San Suu Kyi, quien desde el pasado día 1 de febrero se encuentra detenida y en paradero desconocido. 

Muchos manifestantes, entre los que se encontraban obreros, estudiantes e incluso, monjes budistas, portaban banderas rojas del partido Liga Nacional para la Democracia de Suu Kyi. Esta última era, hasta el pasado día 1 de febrero, la líder de facto del país, a pesar de que nunca pudo ser nombrada primera ministra al prohibir la Constitución birmana ejercer dicho puesto a quienes tuviesen hijos con pasaporte extranjero y los de Suu Kyi ostentan la nacionalidad británica. A pesar de haber sido severamente criticada en medios internacionales por su pasividad ante la crisis de los refugiados Royinga, de confesión musulmana, Suu Kyi, sigue siendo enormemente popular entre sus conciudadanos. Por ello mismo, no es nada probable que las manifestaciones masivas de los tres últimos días vayan a remitir. De momento, las fuerzas del orden están actuando con cierta contención y no ha habido que lamentar incidentes graves, pero nada garantiza que eso no pueda ocurrir en un futuro. Los antecedentes, además, invitan poco al optimismo, ya que las anteriores manifestaciones generalizadas contra la junta militar, que se remontan a 2008, fueron reprimidas a sangre y fuego por los uniformados.

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