Beneficios y oportunidades para las pymes en la economía circular

La sostenibilidad es una de las grandes megatendencias que marcarán el devenir de la economía global los próximos años, junto a la digitalización, el envejecimiento o la salud. De hecho, ha sido uno de los segmentos que más ha acelerado su crecimiento durante los meses más duros de la pandemia global, gracias, por un lado, al espaldarazo que ha recibido por parte de muchas Administraciones y, por el otro, a la relevancia que le han otorgado un amplio abanico de empresas dentro de sus estrategias operativas centradas en los pilares ESG (siglas que, en inglés, corresponden a los factores sociales, medioambientales y de buen gobierno).

Sin ir más lejos, en Europa, la concreción en julio de 2020 del Fondo Europeo de Recuperación, más conocido como Next Generation EU, destinará alrededor de 750.000 millones de euros en ayudas a diferentes industrias y organizaciones del tejido productivo del continente. Sus dos pilares principales serán los de la digitalización (que ocupará, al menos, un 20% del total de inversiones) y la sostenibilidad y la economía circular (que centrarán en torno al 37% del dinero que se mueva).

En el caso de España, se espera que hasta el año 2026, el país recibirá unos 70.000 millones de euros en subvenciones comunitarias y otros 70.000 millones de euros más en préstamos. De acuerdo al  Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) ya presentado por el Gobierno y aprobado -con nota- por Bruselas, los principales ejes de inversión serán los de energías renovables, las telecomunicaciones, la agricultura, las infraestructuras ferroviarias o la sanidad.

Todo ello va a generar una importante cantidad de oportunidades de negocio para muchas entidades, tanto de manera individual como a través de consorcios o de pools de empresas, en la que será muy importante estar al tanto de las novedades que se produzcan.

La importancia creciente de la economía circular

Producir bienes y servicios de manera sostenible, lo que implica apostar por las energías limpias y renovables, por la reducción en el consumo de diversos tipos de materiales, por el reciclaje de los desperdicios o por las acciones de concienciación y educación social acerca de la necesidad de proteger los ecosistemas. En este consiste, a grandes rasgos, el concepto de economía circular, que se apoya, principalmente, en la necesidad de revisión de los procesos productivos de las industrias para hacer un uso más racional de las materias primas y del desecho de los materiales.

Conscientes de la relevancia de esta transformación en el tejido productivo, la Unión Europea, inspirándose en el Acuerdo de París y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS) ha fomentado programas como Horizonte 2020, llevando a cabo fondos de apoyo para las organizaciones en su reconversión hacia la economía circular. Desde la óptica de las pymes, esto abre ya de por sí una oportunidad muy relevante para iniciar proyectos de innovación y de adaptación a las nuevas tecnologías, logrando una inyección de financiación relevante (a veces, a fondo perdido) por parte de la Administración.

En paralelo a estas iniciativas, la Comisión Europea impulsó un paquete de medidas agrupadas bajo el nombre de Ecuador, cuya misión principal es la de favorecer que tanto los consumidores como las empresas pueden realizar con éxito y en el menor tiempo posible el tránsito hacia la economía circular. Entre las acciones, destacan, por ejemplo, el estímulo para que las organizaciones puedan internacioanlizarse y llegar a nuevos mercados, o la financiación de estrategias para reducir el uso de combustibles fósiles en los procesos operativos.

Más competitividad y reputación

En todo este inédito ecosistema europeo que se está desarrollando en favor de la economía circular, las pymes están en un momento idóneo para desarrollar nuevos modelos de negocio sostenibles basados, por ejemplo, en la reutilización de recursos que antes desechaban o, directamente, absorbiendo residuos de otras entidades e industrias, pudiendo beneficiarse, con ello, de ayudas públicas.

Hacerlo les permite optar a un importante abanico de potenciales beneficios, como, desde el punto de vista económico, favorecer un importante ahorro dentro de sus procesos productivos, incrementar el valor reputacional de su marca y una mayor fidelización por parte de sus consumidores, que se identifican con las prácticas basadas en criterios ESG de la entidad; o mejorar significativamente su competitividad, ya que, apostando con fuerza por tecnologías y procesos innovadores, pueden incrementar sus resultados operativos. A la larga, todo ello contribuye a que una firma pueda lograr una posición de ventaja competitiva ante sus competidores, algo más crítico que nunca, si cabe, en un proceso de recuperación global de la economía y de la actividad.