07 sep 2020

El alto precio de las manzanas podridas en una empresa

Durante más de 15 años la selección española de baloncesto ha acumulado innumerables galardones en las competiciones europeas y mundiales. Es cierto que contar con los hermanos Gasol, Navarro, Garbajosa o Calderón también ha ayudado a estos largos años de vino y rosas del combinado nacional. Pero resulta curioso que cuando se les ha preguntado a los protagonistas por el motivo del éxito, ellos siempre han defendido que el secreto estaba en que eran un grupo de personas que se llevaban muy bien y que todos los días se tiraban un buen rato jugando a la Pocha.  En otras palabras: eran un equipo en el que no había manzanas podridas y en el que todos remaban en la misma dirección.

Lo mismo ocurre en las empresas. Si todo el mundo tiene al lado compañeros y jefes en los que confiar será mucho más sencillo estar motivado y lograr negocios que funcionan. Y es que poseer una dinámica de equipo saludable es fundamental para el crecimiento de los nuevos negocios y de los ya consolidados. Por el contrario, tener un mal ambiente en el trabajo y alguna manzana podrida en el cesto fruto de una mala contratación tiene un altísimo precio.

En cifras

Como es lógico ante un tema de semejante calado, existen infinidad de estudios relacionados con el coste que implica para un emprendedor que Recursos Humanos se equivoque a la hora de integrar en la compañía un elemento distorsionador. Pero algunos de ellos coinciden al situar el precio de las malas contrataciones y las rotaciones posteriores de empleados en un 30% de los beneficios.

A la vista está que el porcentaje que supone una mala elección de personal es como para tomárselo en serio. Con todo, el coste monetario no es lo más grave para una empresa. Así lo estiman al menos en los estudios, donde sitúan el impacto sobre la moral y la productividad de los empleados en escalones más elevados en términos de importancia que el económico. No obstante, existen otros costes que debemos tener en cuenta.

Pérdida de talento

La menor productividad es algo lógico que ocurra cuando en un equipo alguien no es capaz de hacer su trabajo, ya que tendrá que ser otro compañero el que concluya esa labor que no puede quedarse a medias. Esto, además de dañar la ya comentada productividad, puede tener otro efecto igual de devastador: generar la pérdida de empleados válidos. Sin duda, la marcha de los trabajadores más talentosos a cualquier otra empresa llevándose sus conocimientos puede ser una realidad si se les obliga a perder el tiempo para disimular el mal trabajo de la manzana podrida.

Pérdida de reputación

Un empleado feliz es con toda seguridad el mejor amigo que un emprendedor puede tener, ya que siempre promocionará el negocio. En cambio, un trabajador poco motivado hará justo lo contrario. Y a esa falta de motivación es a lo que conduce la existencia de un mal fichaje dentro de un equipo. Sin duda, en la era actual en la que el canal digital lo amplifica todo, contar con colaboradores insatisfechos con la empresa supone un daño reputacional que, con el tiempo, puede llegar a ser irreparable.

No hace falta decir que una merma en la imagen de marca o del empresario mismo por su malas decisiones al respecto de una contratación puede dañar también importantes relaciones con los proveedores o con los clientes. De ahí la importancia capital que presenta contar con un equipo cohesionado y en el que estén los mejores.

Pasos para evitar una grave equivocación en las contrataciones

Vaya por delante que el 100% de acierto en las contrataciones no existe. Pero sí hay trucos que pueden aumentar las opciones de acertar.

La primera pasa porque el empresario sepa lo que realmente busca en el mercado laboral. Es decir, hay que tener una descripción detallada de las habilidades que se precisan, así como del salario y de la carrera dentro de la empresa que se puede ofrecer al candidato. Todo ello brindará una información muy importante para seleccionar mejor a los aspirantes. En este asunto, como en la mayoría, matar moscas a cañonazos no es el mejor camino a seguir. El empresario también debe conocerse a sí mismo y saber qué es lo que quiere en los demás. De esa forma, sabrá mejor lo que necesita del candidato.

No obstante, tener los conocimientos alienados con las necesidades del negocio es solo una parte del examen. Para decidir una contratación se requiere otro tipo de información que no suele estar incluida en los currículos. Son los datos que solo se pueden obtener en una entrevista de trabajo. Es allí donde el entrevistador se podrá hacer una mejor idea de cómo es su interlocutor y si su personalidad y valores se adaptarán a la cultura de la empresa.

Para obtener todo esta información fundamental es lícito y aconsejable recurrir a todo tipo de estrategias. Empezando por llevar la conversación al punto de lograr que el candidato explique cómo se enfrentó a situaciones concretas en el pasado, y que se podrían volver a repetir. También es plenamente válido pedir información sobre el comportamiento a sus antiguos responsables.

En definitiva: recurrir a lo que sea necesario para conocer lo máximo posible de un posible fichaje para así minimizar el riesgo de introducir una manzana podrida en un cesto de fruta sana.

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