11 mar 2019

El PIB de China ralentiza su dinamismo al menor ritmo en casi 30 años

El PIB de China crecerá este año entre un 6% y un 6,5%, tasa con la que cerró 2018. Pekín ultima un plan de estímulo para relanzar la economía a dobles dígitos de crecimiento.   El PIB de China pierde fuelle. En el mejor de los casos, según las nuevas previsiones oficiales de Pekín, crecerá al mismo ritmo que en 2018: un 6,5%. Pero podría perder, incluso, medio punto más, debido a los efectos de la guerra comercial con EEUU y, en general, al deteriorado clima de los negocios en el mundo, reconocen sus responsables económicos. Así lo transmitió el primer ministro, Li Keqiang, en su informe anual que presentó ante el Congreso Nacional del Pueblo, la asamblea legislativa china. Una cota desconocida desde 1990 y la constatación de que el legado de un crecimiento de dobles dígitos, que abandonó a mediados de la década pasada, ha pasado a dormir el sueño de los justos. Nada más admitir la rebaja de previsiones, el Gobierno de Pekín ha anunciado la puesta en marcha de estímulos económicos para reanimar la actividad y aumentar el PIB de China. Una de las primeras medidas será la reducción de tres puntos del IVA. Receta para espolear la industria y, más en concreto, la producción manufacturera, deteriorada por la escalada de aranceles con EEUU, uno de los principales destinos de estos sectores chinos. El consenso del mercado hablaba de una predicción de crecimiento del 6,2% para este año y del 6,6% en el conjunto del ejercicio 2018. Y los analistas coinciden en señalar que el régimen chino ha admitido, en paralelo, tanto la trayectoria descendente de su economía, como las políticas encaminadas a su despegue en el futuro.

Menos IVA, más ganancias

En sus diagnósticos, los servicios de estudios evalúan en más de 600.000 millones de yuanes -unos 90.000 millones de dólares- el poder adquisitivo extra que obtendrán las empresas por el recorte de tres puntos del IVA. Un montante que supondrá un repunte de seis décimas del PIB, calcula en Morgan Stanley y que ha logrado que los índices bursátiles hayan entrado en números negros. Impulsados por un déficit presupuestario que, además, apenas repuntará dos décimas este año, hasta el 2,8% del PIB. El Ejecutivo de Li Keqiang, además, ha asegurado que el estímulo de la economía persistirá el tiempo que sea preciso. ?Mantendremos una política prudente, pero proactiva, fuerte y efectiva?, precisó durante su intervención. El mercado también confía en una inminente fumata blanca en las negociaciones comerciales entre China y EEUU, después de los supuestos progresos que se han realizado en materia de derechos de propiedad intelectual para obtener el acceso a determinados productos made in US. Y en que la coyuntura contribuya a reducir los riesgos del elevado endeudamiento del país y la debilidad del consumo privado.

Una guerra, pero de oportunidades

?Estamos preparados para una nueva batalla?, dijo también Keqiang. Como en 1990, cuando el PIB chino apenas creció un 3,9% debido a la imposición de sanciones internacionales por los acontecimientos de la Plaza de Tiananmen. ?En esta ocasión, nos enfrentamos a un ambiente más grave y complicado, con mayores riesgos, pero con notables oportunidades?. Pekín alerta de los peligros del nuevo orden global surgido del proteccionismo de Washington y de su vuelta al unilateralismo. Factores que, incluso, resultan más perniciosos que las subidas de las tarifas a mercancías y servicios chinos. ?Las presiones sobre la economía china se han intensificado y, con ellas, las dificultades a las que nos enfrentamos, desde la pérdida de vigor del consumo hasta la ralentización de las inversiones?.

Más contención

Los jerarcas económicos también han dado instrucciones precisas a sus gobiernos regionales y locales para que apliquen recetas de austeridad y contengan los riesgos de endeudamiento y de desequilibrios presupuestarios excesivos. Pero sin ajustes del lado del gasto. Porque les exigen planes que impulsen el consumo, desembolsos en infraestructuras y reformas que mejoren la gestión de las empresas públicas bajo su jurisdicción. Eso sí, sin la displicencia ni la generosidad de los programas adoptados para abordar la crisis de 2008. Aunque con una indudable carga de profundidad. Porque en estos tiempos de turbulencias, el gasto público crecerá un 6,5%, hasta totalizar 23 billones de yuanes, algo más de 3 billones de euros, el doble del PIB español. Las dotaciones de Defensa, que en 2018 se incrementaron un 8,1%, tendrá este año un incremento más moderado, del 7,5%. Un balón de oxígeno que se añade a otras medidas expansivas que se propagan desde el lado de los ingresos. La presión tributaria a las empresas se reduce. No sólo por la bajada del IVA. También por el recorte en las contribuciones a la Seguridad Social, que les concederá una gratificación anual de 2 billones de yuanes (unos 265.000 millones de euros). De ahí el repunte del déficit. Y de la deuda, que seguirá creciendo, aunque se mantenga en tasas oficiales envidiables para las potencias industrializadas. El FMI calculó que, al término del pasado ejercicio, suponía el 38,1% de su PIB.

Dudas de los inversores

Precisamente el nivel de endeudamiento chino crea dudas entre las agencias de rating. Según un reciente informe de Standard & Poor?s la cota real ascendería a los 40 billones de yuanes (casi 6 billones de dólares), después de que sus expertos hayan detectado compromisos procedentes de los municipios chinos de 6 billones de yuanes (unos 890.000 millones de dólares) en 2018. Los analistas de S&P advierten de que la meteórica escalada de la deuda china es ?uno de los mayores peligros que penden sobre la coyuntura global?. Dentro de un pernicioso círculo vicioso que ha elevado la deuda global hasta los 157 billones, el doble del PIB del planeta, si se suman los vencimientos conjuntos de la deuda pública y privada. Por efecto de la crisis. Pero, en el caso de China, ?el problema que subyace -alertan en la firma de calificación de riesgos- es la deuda oculta?. Para S&P, ?esta cuantía es sólo la punta del iceberg?, porque auguran que sus pagos comprometidos alcanzarán el 60% del PIB. ?Un nivel alarmante? para un mercado emergente sin estatus reconocido por las agencias de rating de inversor internacional. El_PIB_de_China_hace_dudar_a_los_inversores De ahí que los inversores hayan asumido esa incertidumbre de las agencias de rating. Entre otras razones, porque el complejo entramado financiero de los poderes locales chinos podría ser el sumidero de gran parte del dinero extra que proceda del nuevo presupuesto de estímulo. Los municipios chinos y, en concreto, sus vehículos monetarios, los llamados LGFV?s, no se incluyen el los balances de activos de las corporaciones municipales. Es decir, que el dinero que procede de los nuevos proyectos presupuestarios, dirigidos a cubrir pagos principales e intereses de las deudas, podrían acabar en planes ajenos a los gobiernos locales porque el perfil crediticio de los bonos que emiten estas instituciones no se computa en sus libros de contabilidad, lo que deja sin supervisión posible a los inversores sobre el estado real de sus cuentas fiscales. Y la cantidad no resulta baladí. A finales de 2018, el gigante chino había amasado de 7,4 billones de yuanes, más de 1,1 billones de dólares, el equivalente al 8% de su PIB, en deuda pública municipal desde que se instauraron estos bonos, los LGVF?s, en 2015, para afrontar las necesidades financieras de los ayuntamientos chinos. En cambio, lo que los mercados ven con optimismo son las grandes obras de infraestructuras. Un método al que ha acudido Pekín en varias ocasiones desde el credit crunch global de 2008. El último, en 2012, con inyecciones económicas de varias partidas semestrales.

La mirada europea

Europa, entretanto, ha puesto su mira telescópica en dirección a Pekín. En un intento de medir el calibre del estímulo chino y en un momento en el que la economía del euro ha vuelto a dar señales de suma debilidad. Porque de las recetas chinas dependerá el dinamismo del sector exterior europeo, al que le ha faltado el aliento en los últimos trimestres. ?El apoyo de China a medidas de reanimación de su economía y, más en concreto, de su consumo interno, serán más que determinantes para que las carteras de inversión de las empresas del euro con intereses en el mercado chino logren tasas de retorno de beneficios notables y consolidadas?, explica Juergen Michels, economista jefe de Bayern LB. China es el tercer comprador de bienes y servicios de los socios monetarios europeos, aunque los crecientes riesgos geoestratégicos y la desaceleración china han generado una mayor incertidumbre entre los empresarios del euro en este destino asiático. En un contexto de suma debilidad general de la demanda mundial, de un aumento del proteccionismo y de un repunte de las hostilidades comerciales desde que se desencadenó la batalla arancelaria entre Washington y Pekín.
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