25 sep 2019

Los países de África Occidental adoptan el ECO como moneda común

Los quince socios de la Comunidad Económica de África Occidental (ECOWAS, según sus siglas en inglés) asumirán una divisa común en 2020, tras dos décadas de intentos.

Los quince socios de la ECOWAS emularán al mayor proyecto de integración en Europa y crearán, en 2020, un área monetaria común. Un sueño que, sin embargo, data casi desde los orígenes del euro, porque la iniciativa inicial de que los países del África Occidental tuvieran una moneda propia surgió en el año 2000. Con intentos vanos en 2003, 2005, 2010 y 2014.

Ahora, tras la cumbre de esta institución regional que acogió el pasado mes de agosto a las naciones del margen atlántico del continente, la hoja de ruta ha quedado definida y el consenso, forjado. La divisa adoptará el nombre de ECO, denominación que desbancó, tras instaurar un concurso público lanzado hacia finales de 2018, a AFRI y KOLA, las dos designaciones que quedaron finalistas y que no lograron la aclamación social.

Ocho de los quince países ya tienen cierta experiencia monetaria común. Porque usan el denominado franco CFA, de África Occidental. Tildado por sus críticos como un símbolo de la prolongación del colonialismo francés y por sus partidarios como una herramienta de estabilidad idónea para contener las presiones inflacionistas.

Todos, en efecto, fueron países bajo el protectorado galo. Y, siempre, desde su puesta en marcha, en 1945, a raíz de los acuerdos de Bretton Woods que dieron origen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, su valor ha estado asociado, primero a la divisa francesa y, desde la instauración del euro, a la moneda europea. Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Mali, Níger, Senegal y Togo son esos ocho países. A los que se unirán en el ECO Cabo Verde, Gambia, Ghana, Guinea, Liberia, Nigeria y Sierra Leona.

El ECO dará dinamismo al mercado interior de los socios del ECOWAS, surgido ya en 1975 como una zona aduanera de 385 millones de consumidores, porque reducirá los costes de transacción cambiaria y facilitará los pagos. Para ello, a imagen y semejanza de la unión monetaria europea, tendrán que consumar un proceso de convergencia económica y monetaria que lleva varios años en proceso. Los países del ECOWAS aspiran a liderar la integración de la llamada Zona de Libre Comercio Continental (AfCFTA), el gran proyecto de libre mercado, capitales y personas al que se han adscrito 54 naciones africanas.

También Nigeria, la segunda economía más importante del espacio subsahariano, por detrás de Sudáfrica, que, pese a las dudas constantes de participar en el ECO, ha dado finalmente su consentimiento. Para los expertos, Nigeria es la Alemania del mercado occidental africano y, sin esta nación, la perdurabilidad de la divisa común sería una utopía.

La potencia petrolífera del área será determinante para que el bloque consiga la homologación de los cuatro grandes criterios que exigirán a sus socios: un déficit fiscal inferior al 3% del PIB; una tasa inflacionista anual que no supere el 10%; programas de financiación de los respectivos bancos centrales para la gestión de los desequilibrios presupuestarios que no excedan el 10% de los ingresos tributarios del ejercicio precedente, y unos niveles de reservas de divisas externas equivalentes, al menos, al valor de las importaciones trimestrales.  

El futuro económico y monetario

Entre los analistas del mercado reina un optimismo relativo. Porque se duda de que el equilibrio económico y monetario de los futuros socios pueda consumarse antes de finales de 2020, fecha límite para la convergencia, a partir de un riguroso examen de estabilidad como el que precedió a la puesta en escena del euro en las plazas bursátiles internacionales.

Fuentes financieras dicen que, en esta regata, sólo cruzarán la meta, en el tiempo y la forma previstos, Cabo Verde, Costa de Marfil, Togo, Guinea y Senegal. Aunque también anticipan que, de no conseguirse, al menos los países de ECOWAS, habrán iniciado una senda de disciplina fiscal y financiera. Pero, de tener éxito, la moneda común impulsará los flujos comerciales y de inversión y propiciará que cada uno de sus Estados miembros avance hacia economías productivas especializadas, lo que hará que el bloque progrese de forma más efectiva.

Tendrá que pulir las dificultades de convergencia de las distintas monedas, advierten los expertos, y adecuarlas a los criterios de independencia de las autoridades monetarias, hasta que configuren un banco central propio. También se deben enfrentar a la diversidad de sus tamaños económicos. Porque el PIB de Guinea, por ejemplo, de 7.000 millones de dólares, es menor que el de Abia, el decimotercer estado de mayor extensión de Nigeria, que registra una riqueza de 8.700 millones. La unificación de las políticas económicas serán determinantes para que la moneda pueda pervivir en el tiempo.

La propuesta monetaria africana coincide con la renovación, desde el Gobierno de España, del llamado Plan África, con el que el Ministerio de Exteriores pretende convertir el continente en el nuevo El Dorado inversor. Más de 40.000 empresas operan con regularidad en los mercados africanos. La estrategia del Ejecutivo carece de fondos presupuestarios, por lo que apela al sector privado, a la sociedad civil (ONGs) y al mundo académico para poner en marcha una iniciativa a largo plazo.

"Somos el país europeo que más se juega en África", advierte el nuevo ministro de Exteriores de la UE, Josep Borrell, para quien "España debe liderar el acercamiento de la UE a África porque somos el socio comunitario más indicado para ello". No sólo porque "nos debamos considerar una nación bicontinental", a caballo entre Europa y África, o por las estrechas relaciones históricas, culturales o de otra índole que se han fraguado por la cercanía geográfica, sino "porque somos el país que más se juega en África" enfatiza. "Nuestro interés nacional inmediato está en este continente casi tanto como lo está en Europa", explica Borrell, bajo cuyo mandato al frente de la diplomacia española se tejieron estas líneas estratégicas.

Sin embargo, pese a las incuestionables directrices que marcarán este desafío, la preeminencia española en África en los próximos decenios no contará con fondos presupuestarios. Este reto admite Exteriores, dependerá principalmente del interés de nuestra sociedad civil y de nuestro sector privado.

Y va más allá, El Gobierno carece de los recursos públicos necesarios para producir un impacto significativo en el crecimiento y el desarrollo de África. Pero este escollo enfatiza finalmente, no debe detenernos, antes de apelar al potencial de la sociedad civil y de las empresas para convertirse en actores decisivos, fuerzas centrífugas necesarias para que España aspire a jugar un papel imprescindible en este continente, de la misma manera que las compañías hispanas lograron su estatus global en Iberoamérica, en la década de los ochenta y noventa, iniciando con este proceso la internacionalización de sus negocios.

Las empresas, las universidades y las ONGs

Están en condiciones de canalizar el conocimiento y las inversiones que África necesita para su modernización, en sectores en los que España es puntera. Desde las energías renovables, hasta las infraestructuras, pasando por el urbanismo, el turismo sostenible, las utilities servicios de suministro la agricultura o la silvicultura. Sin olvidar los proyectos vinculados a la educación, la cultura o los negocios del futuro; la digitalización y la lucha contra el cambio climático.

Desde la CEOE se señala a Sudáfrica, el gran mercado continental, como la prioridad, una táctica que ya ha llevado a la patronal a tener una delegación permanente. Aunque pretende abrir sedes en Senegal y Costa de Marfil, siguiendo las directrices de Exteriores.

El Área Internacional de CEOE, que lleva varios ejercicios organizando más de una treintena de actividades anuales de fomento de inversiones en el continente -básicamente, foros de empresas, con la participación activa de directivos, diplomáticos y técnicos comerciales- también señala otro nicho geográfico para hacer negocios los socios de la ECOWAS, con cuyas asociaciones patronales (FEWACCI) ha suscrito un memorándum de entendimiento para reforzar la seguridad jurídica de las inversiones.

También para la Cámara España, el continente africano protagoniza gran parte de sus esfuerzos institucionales recientes y futuros. Este año, desplegará 54 actos oficiales en África, el 13% de la totalidad de actuaciones del Plan Cameral de Internacionalización previstas para 2019.

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