14 sep 2021

Apoyarse en el renting para financiar el cambio tecnológico de una pyme

La digitalización está suponiendo una necesidad para las pymes de la mayoría de los sectores. Ante la falta de recursos financieros y de tesorería, existen fórmulas para poder financiar este proceso, como puede ser a través del renting.

Prácticamente da igual de qué sector se hable. El cambio tecnológico se ha convertido en una necesidad para la mayoría de las empresas y, en juego, no está solo su productividad o el crecimiento de su cuenta de resultados, sino, en muchos casos, su propia supervivencia. Sin embargo, para muchas de ellas, sobre todo, las pymes, no resulta fácil llevar a cabo una importante inversión económica en equipos informáticos, software y ciberseguridad. Son conscientes de la urgencia de apostar por la digitalización pero la gestión de su tesorería es, incluso, más vital si cabe para poder atender los pagos a corto y evitar cualquier posible estrangulamiento financiero.

En esta tesitura, si quieren seguir pujando por convertirse en players cada vez más importantes de su sector, les quedan dos opciones principales para invertir en tecnología: optar por endeudarse y recurrir a la financiación exterior, o buscar otro tipo de estrategias dentro del abanico de soluciones bancarias y corporativas que hoy existen. El problema de la primera alternativa es que esa nueva línea de crédito o préstamo en que se incurre puede condicionar las decisiones estratégicas que se tomen en el futuro. Por un lado, está el propio peso del pasivo que condicionará la realidad contable de la entidad; por el otro, se encuentran los intereses que va generando dicha deuda y que afectarán a la cuenta de resultados.

Los beneficios del ‘renting’ tecnológico

Adquirir bienes tecnológicos es un riesgo más importante de lo que parece para una pyme. No solo hay que tener en cuenta el coste económico de comprarlos, instalarlos y formar al equipo humano para sacarle el máximo rendimiento a su uso, sino que existe la amenaza, cada vez más real, de que se produzca un nuevo cambio tecnológico que haga que se queden obsoletos en muy poco tiempo. Es decir, que si una empresa decide por los motivos que sea (seguridad, imagen, oportunidad de compra,…) apostar por la adquisición de equipos informáticos y de software, además de su mantenimiento, tendrá que asimilar que, en un periodo de tiempo inevitable, habrá de jubilarlos para volver a adquirir otros, y así sucesivamente.

En ocasiones, el renting se confunde con el leasing, aunque no tienen nada ver. En el renting, la empresa involucrada no pretende que los bienes involucrados, en este caso de carácter tecnológico, acaben siendo de su propiedad, sino que los alquila para su utilización con vistas a, en un futuro, sustituirlos por otros activos similares pero con mejores prestaciones. En el caso del leasing, el objetivo final es hacerse con esos bienes, pasando a formar parte de los activos de la compañía.

Tanto desde la óptica económica como desde la perspectiva tecnológica, el renting se yergue como una posibilidad interesante para cualquier compañía. De este modo, la organización, en realidad, alquila los productos tecnológicos que necesita durante un periodo de tiempo delimitado, por los que abona a un tercero un único pago o varias cuotas periódicas. A través de este dinero, no solo se garantiza la utilización de los equipos y de los programas que necesita sino, también, de otros servicios integrales, como su mantenimiento o un seguro en el caso de que suceda alguna incidencia grave. También se suele añadir su instalación y, con frecuencia, la actualización de los programas como los antivirus, algo fundamental en esta era digital e interconectada. Por supuesto, dentro del renting se incluyen, habitualmente, licencias y aplicaciones tan importantes como ERP o CRM.

De este modo, una empresa, por pequeña que sea, evita aquello tan temido de la obsolescencia programada: si su portfolio tecnológico se queda anticuado y considera oportuno cambiarlo, es momento de ponerse en contacto con el proveedor y negociar su actualización a través de otros equipos y programas. Así, la entidad se asegurará de estar siempre a la vanguardia tecnológica que necesita para ser competitiva en su industria sin condicionar su situación contable por ello, por lo que puede utilizar ese extra de recursos para generar un valor añadido real a su operativa de negocio.

A este conjunto de ventajas hay que añadir una más, que, desde luego, satisfará a los responsables financieros de la compañía, y es que el renting es un gasto totalmente deducible, lo que significa que hay que sumar el beneficio fiscal de poder devenir el IVA en su totalidad. Además, las operaciones de renting no figuran dentro del balance, lo que permite mantener la capacidad de endeudamiento con las entidades bancarias y aumentar la rentabilidad sobre los activos.

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