17 ene 2021

La anomalía democrática

El hasta ahora presidente interino, Sadyr Japarov, ha obtenido una aplastante victoria con un 79% de los votos en las elecciones celebradas el pasado día 10 de enero en Kirguistán. En su primera declaración tras conocerse los resultados ha afirmado que su gabinete “no repetirá los errores del anterior gobierno”

Recordemos que, el pasado mes de octubre, Kirguistán entró en una  grave crisis política tras el estallido de una oleada de descontento social que forzó incluso la salida del anterior mandatario. Una situación que, sin embargo, comienza a ser habitual en el país. De hecho, de los cinco presidentes anteriores, tres de ellos fueron desalojados de su puesto a causa de diversos estallidos populares. Las elecciones han sido mayoritariamente libres y justas según la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa. Sin embargo, se trata de los comicios con la participación más baja de la historia del Kirguistán: apenas un 39% del padrón electoral lo que puede dificultar que Japarov encuentre legitimidad entre la mayoría de los kirguisos. Todo ello sin contar que Japarov es un orgulloso norteño en un país profundamente dividido por conflictos entre norte y sur.  Además, el nuevo presidente se ha presentado ante el electorado como un hombre antiestablishment cuyo principal propósito es liberar al país de la corrupción que, efectivamente, es de las más elevadas del mundo y objeto de hartazgo nacional. La realidad, sin embargo, es que no existe ningún motivo para pensar que sus actitudes han cambiado. En especial porque las elecciones han sido realizadas a la par con un referéndum, refrendado por el 81% de los votantes, que, lejos de modernizar la estructura institucional de Kirguistán, la debilita frente a la figura del presidente. El anterior texto constitucional fue precisamente redactado para evitar la concentración de poder y ha brindado relativa estabilidad pese a las grandes revoluciones de 2005 y 2010. Ahora el país se enfrenta a un escenario radicalmente diferente y preocupante: económicamente debilitado por la pandemia (-12%), con un presidente con los medios para continuar desmantelando la frágil democracia kirguisa y una población harta y muy polarizada.

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