08 nov 2020

¡Guerra!

El primer ministro, Abiy Ahmed, anunció la semana pasada el inicio de una ofensiva militar contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPFL, por sus siglas en inglés), el partido que gobierna en la región de Tigray.

Así pues, el enfrentamiento entre las autoridades regionales y el ejecutivo ha entrado en una nueva dimensión, una línea roja que no se esperaba que se traspasara. Hasta ahora, la rivalidad se limitaba a la confrontación institucional, como la celebración de elecciones regionales en Tigray el pasado mes de septiembre, a pesar de haber sido prohibidas por el gobierno central. El primer ministro ha adoptado esta drástica decisión en respuesta al ataque de simpatizantes del TPFL a una base del ejército la semana pasada. Las autoridades señalaron que el objetivo de los asaltantes era sustraer equipamiento militar para reforzar el brazo armado del TPFL. Asimismo, el gobierno indicó que las milicias tigray están utilizando uniformes que imitan a los del ejército eritreo con el objetivo de involucrar en el conflicto al país vecino, con el que Etiopía firmó un histórico acuerdo de paz en 2018. La confrontación con del gobierno central ha ido agravándose desde el nombramiento como jefe de Estado de Abiy Ahmed, de etnia oromo, en 2018. La llegada del nuevo mandatario puso fin al monopolio en el poder de la minoría tigray, una etnia que representa el 5% de la población. En este tiempo, el primer ministro ha emprendido una hoja de ruta que apuesta por la unidad nacional y la superación de las diferencias étnicas, unas directrices que resultan razonables pero que, desde la perspectiva de los tigray, supone perder gran parte del poder que han disfrutado en las últimas décadas.

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