21 mar 2021

La primavera que no fue

Ocho meses después de que los bielorrusos saliesen a las calles a protestar por el resultado de las elecciones presidenciales, se observan modestos cambios en el país aunque muy distintos de los que la población reclamaba. La pasada semana el presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, promulgó un decreto en el que daba a conocer el nombre de los integrantes de la comisión que redactará el borrador para la nueva Constitución. 

Esta medida responde a la demanda de Rusia, actualmente su único aliado internacional, que exigía que se realizasen algunos cambios institucionales en el país a cambio de su apoyo económico. A pocos ha sorprendido que el encargado de presidir la comisión sea el propio Lukashenko. Tampoco sorprende que, entre las personalidades que forman el grupo, se encuentren oficiales del régimen elegidos a dedo así como figuras relevantes del mundo del arte o los deportes y que, sin embargo, no haya representantes de la oposición. El objetivo es que parezca que se producen avances sin que, en realidad, los haya. Mientras, en las calles, se han retomado las protestas exigiendo la dimisión del presidente y mayores libertades democráticas. De acuerdo con los últimos datos, desde el pasado mes de agosto, se han realizado más de 30.000 detenciones y más de 400 personas han sido sentenciadas por participar en manifestaciones ilegales. Unas protestas que, por el momento, no han logrado ningún resultado.

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