14 feb 2021

Tashkent gana terreno a Nur-Sultán

Desde que, en 2016, el presidente Mirziyoyev accedió al poder en Uzbekistán, el país está viviendo una auténtica revolución. 

El mandatario embarcó al país en un ambicioso proceso de transformación estructural que le llevó a eliminar los controles de capitales, asegurar la convertibilidad de la moneda, desarrollar los mercados de capitales internos y fomentar la participación del sector privado en la economía. Además, decidió solucionar antiguos conflictos con los países vecinos por la gestión de los recursos hídricos lo que ha venido acompañado de una mayor cooperación transfronteriza. Todo ello se ha reflejado en la evolución económica del país que crece por encima del 5% desde que se produjo la transición de poder. Sin embargo, la transformación de Uzbekistán no solo está cambiando el contexto interno del país, sino que también estaría alterando las dinámicas de poder de la región. En especial en lo que concierne al liderazgo económico de Kazajstán, hasta el momento de lejos la mayor economía de Asia Central. Si bien los cambios son apenas perceptibles dado que el PIB kazajo es aún tres veces mayor que el uzbeko, lo cierto es que cada vez más Tashkent está concentrando la atención de los inversores internacionales, en detrimento de Nur-Sultán. Tal es el caso de China que, con su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda está reorientando algunas de las inversiones hacia la boyante economía uzbeca. No es de extrañar, por otro lado, ya que Uzbekistán, con un población de 33 millones de personas, cuenta con mayor disponibilidad de mano de obra muy barata, incluso para los estándares chinos. Kazajstán, en cambio, es una economía de ingreso medio alto y que enfrenta mayores costes de transporte dada la extensión de su territorio; factores ambos que limitan su competitividad exportadora. Por otro lado, en los últimos años se ha observado cómo en las economías asiáticas, especialmente en Kazajstán, ha crecido la desconfianza hacia las inversiones chinas en la región, cuestionando la creación real de empleo que supone para el país que las recibe. Todos estos factores están motivando que las inversiones chinas se estén redirigiendo hacia Uzbekistán lo que, en un plazo de tiempo medio/largo, podría desafiar la posición de liderazgo regional que, desde hace años, ocupa Kazajstán. 

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