18 jul 2021

Tensa calma

Una semana después de la mayor oleada de protestas ciudadanas en más de seis décadas, se observa una relativa calma en las calles de Cuba. La policía y los militares vigilan cada esquina y el acceso a internet sigue cortado, para así evitar que se repitan los incidentes del pasado 11 de julio.

Las autoridades han confirmado que hay personas arrestadas sin especificar la cifra, si bien algunas organizaciones internacionales y activistas elevan el número de detenidos a centenares. El presidente de Estados Unidos, por su parte, ha asegurado que está estudiando si su Gobierno tiene "la capacidad tecnológica de restaurar" el acceso a internet móvil en Cuba. La escasez de bienes fundamentales ha sido la espoleta de las protestas sociales en plena crisis económica agravada por el estallido del covid-19, que ha paralizado la actividad turística, principal fuente de ingresos del país.

│La culpa es del embargo

El gobierno atribuye al embargo estadounidense la responsabilidad de todos los males económicos de la isla. El embargo, cuyo fin no es otro que ahogar financieramente al régimen para forzar su caída, lleva en vigor más de medio siglo y ha fracasado por el momento en este objetivo. No obstante, es indiscutible que ha tenido un notable impacto sobre los flujos comerciales, las remesas y la actividad turística de la isla, máxime teniendo en cuenta que EE.UU. debería ser el gran socio económico del país. La falta de trasparencia de las estadísticas cubanas dificulta enormemente evaluar su impacto real.  El último informe presentado por Cuba ante las Naciones Unidas, el pasado mes de junio, cuantificaba los daños acumulados en casi seis décadas de aplicación en 147.853 mill.$, esto es, en torno al 150% del PIB nacional del país antes de la pandemia. Además, las autoridades cubanas denuncian que el embargo desincentiva las operaciones comerciales desde otros países hacia Cuba, ya que los bancos internacionales temen financiar operaciones que puedan verse afectadas por las sanciones.

│Problemas estructurales

El modelo económico característico de Cuba apenas ha evolucionado en los últimos 50 años, y los intentos de reforma han sido infructuosos. El sistema de planificación ya no funciona, sin que haya sido sustituido por una alternativa válida. El intento de las autoridades de mantener el control estatal al tiempo que se abrían resquicios a la actividad privada no ha seguido sino poniendo obstáculos a la inversión, lo que explica la bajísima productividad y competitividad de la isla. Tampoco se han logrado reestructurar las empresas estatales que dominan la producción nacional, y la isla ha seguido dependiendo de una red de alianzas internacionales basadas en criterios políticos en lugar de económicos. Así pues, las empresas públicas de Venezuela y China se han convertido en las principales socias del régimen. En este contexto, es evidente que el embargo exacerba los problemas al igual que la crisis sanitaria, lo que ha desembocado en una crisis económica tan grave como para sacar a los cubanos a las calles y ha obligado a un fuerte despliegue militar para sofocar las protestas. Todo apunta a que la manida estrategia de Diaz- Canel de acusar al embargo de la dramática situación de la isla ya no cala en gran parte de la población que considera que el pobre desempeño de Cuba obedece a los errores del socialismo cubano. 

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