25 jul 2021

Y por fin llegó el acuerdo

Tras años de disputas entre Estados Unidos y Alemania acerca de la construcción del polémico gasoducto, Nord Stream 2, el final del conflicto parece más cerca que nunca.

La Administración de Joe Biden ha llegado a un acuerdo con Berlín por el cual Washington dejará de oponerse al gasoducto, lo que supone un cambio de postura radical frente a la posición que habían mantenido los dos anteriores presidentes estadounidenses. A cambio, Alemania se compromete a tomar medidas contra Rusia en caso de que Moscú haga uso de la dependencia energética como método para obtener concesiones, una estrategia que ya ha utilizado en el pasado. Mientras, Ucrania, uno de los países más perjudicados con la puesta en funcionamiento de la nueva vía energética, ya ha comunicado su malestar con la decisión a las instituciones europeas. El proyecto comenzó en 2015 cuando el excanciller alemán Gerhard Schröder se convirtió en asesor de Gazprom. Entonces, el gigante estatal ruso formó un consorcio junto a cinco empresas europeas para conectar la costa rusa con la alemana a través de una tubería de 2.460 km con capacidad para transportar 55.000 millones de metros cúbicos de gas. Ni la oposición de Ucrania, que acababa de ser invadido por el Kremlin, ni de la propia Comisión Europea, que consideraba que la decisión no beneficiaba los intereses estratégicos de los Ventisiete, frenó a Berlín de continuar adelante con el proyecto. Solo las sanciones extraterritoriales que había interpuesto el expresidente estadounidense a toda empresa extranjera que colaborase con las empresas rusas retrasaron la finalización del proyecto. Ahora, Biden ha preferido levantar las sanciones y dejar que el proyecto culminase (apenas queda un 2% para que pueda estar operativo) pese a que, señala, “la Casa Blanca no considera que sea un buen acuerdo para Alemania o para los objetivos energéticos europeos”.

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