07 feb 2021

Retroceso democrático

El Índice de Democracia, que cada año publica la revista The Economist y que en esta edición recoge el efecto de la pandemia en el repliegue de las libertades civiles a gran escala, confirma una tendencia que ya venían denunciando organizaciones de defensa de los derechos humanos: la nota promedio global ha vuelto a reducirse en 2020, resultando en un mínimo histórico. 

El informe, que destaca el agravamiento de la censura hacia opiniones disidentes, clasifica a los países de acuerdo a cinco categorías: procesos electorales, efectividad gubernamental, participación política, cultura política, y libertades civiles. Asia es la región que mejor parada ha salido, con tres países ascendiendo a la categoría de “democracias completas”: Japón, Corea del Sur y Taiwán (que ha saltado 20 puestos desde 2019, hasta colocarse en 11ª posición, principalmente gracias al éxito de las elecciones generales que celebró en enero), lo que refleja también su adecuada respuesta a la pandemia. En contraste, las democracias occidentales, en su mayoría, han visto su calificación deteriorada: EE.UU. se mantiene como una


“democracia imperfecta” (grupo en el que está desde 2016, año en que Donald Trump ascendiera a la presidencia), debido a la politización de la pandemia y la ruptura en la cohesión social; Francia y Portugal comparten desde este año esa misma categoría, ya que la lenta respuesta a la pandemia ha dañado la confianza en las instituciones de sus ciudadanos. En África destacan negativamente Togo, Mali y Burkina Faso, que han perdido la calificación de “regímenes híbridos” en 2020, el primero por sus deficientes garantías electorales y los dos últimos debido a la pérdida de control de su territorio fruto de la insurgencia yihadista. No obstante, es en Oriente Medio donde se concentra mayor número de “regímenes autoritarios”, como consecuencia de los arraigados conflictos armados y la concentración de monarquías absolutistas. Latinoamérica y Europa del Este, que comparten defectos como la corrupción o la debilidad del Estado de Derecho, también han visto estas debilidades exacerbadas y un deterioro en su calificación durante 2020.

Riesgo de burbuja

Aumenta la preocupación sobre la posibilidad de que se estén formando burbujas bursátiles en el precio de ciertos activos financieros. El incremento en la participación de inversores individuales en el mercado, los paquetes de estímulo fiscal y monetario de muchas economías avanzadas y el optimismo generalizado sobre el papel de las vacunas en el fin de la pandemia son los tres factores que podrían estar alimentado el fenómeno especulativo.  En los últimos meses se ha experimentado un marcado repunte en acciones (el Dow Jones ha crecido un 70% desde mediados de marzo de 2020), criptomonedas (cuya cotización se ha disparado en los últimos meses), bonos y “commodities”. Todo ello aumenta la brecha entre los mercados de activos y la economía real, asolada por la pandemia.

 

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