24 ene 2021

“Stop the Wall”

Durante los cuatro años de la era Trump, México y EE.UU. han mantenido una relación bilateral caracterizada por la dura retórica del expresidente hacia su vecino del sur. Afortunadamente con Joe Biden al frente de la Casa Blanca cabe esperar un cambio sustancial tanto en las formas como el contenido.

Trump comenzó su camino a la presidencia con la polémica promesa de construir un muro para fortalecer la vigilancia en la frontera que separa ambos países. Hoy en día, todavía se encuentra inacabado y, ya en su primer día de mandato, Biden ha firmado una orden ejecutiva para detener de forma inmediata la construcción. La lucha contra el narcotráfico, otro campo de necesaria colaboración entre ambos países, también ha decepcionado durante los cuatro años republicanos. Gran parte de la estrategia de Trump ha consistido en lanzar amenazas a México si no mejoraba los mecanismos para frenar esta lacra, en una actitud más combativa que colaboradora, una postura que se espera cambie en la próxima legislatura. En el frente comercial, el USMCA, auspiciado por el exmandatario, ha alterado en detrimento mexicano la importante relación comercial que existe entre ambos países. Trump forzó la negociación para proteger diferentes segmentos de la industria estadounidense, con gran énfasis en el sector automotriz, uno de los más afectados por la incorporación de México a las cadenas de valor de EE.UU. No obstante, todo apunta a que no habrá cambios sustanciales en este frente con la nueva administración. Lo que sí se espera, a la vista de las primeras acciones de Biden, es que EE.UU. retome un papel protagonista en defensa de una mayor estabilidad regional. Por una parte, se prevé que desaparezcan las amenazas de imposición de aranceles como herramienta de política migratoria, un recurso habitual durante la Administración Trump. Por otra, la nueva administración estadounidense elevará los niveles de ayuda a Centroamérica, reducidos alrededor de un 30% entre 2016 y 2019, para tratar de contener los flujos migratorios y promover cambios estructurales en los países de origen. La transición política en la Casa Blanca también ha venido acompañada de un tono más conciliador por parte del presidente López Obrador con el nuevo mandatario, lo que supone un gran avance. Nadie duda de que los desafíos no sean menores pero el cambio hacia un enfoque más colaborador arroja muchas esperanzas de cara a una mejora en las relaciones bilaterales.

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