21 mar 2021

El BCE es tajante

Se cumple un año desde que la recién nombrada presidenta del BCE, Christine Lagarde, pronunciase la frase de “no estamos aquí para reducir las primas de riesgo”. Se trataba de la primera vez que Lagarde anunciaba un paquete de medidas de estímulo monetario para hacer frente a la crisis desatada por el virus covid-19.

La tibieza de las medidas junto con las dudas que despertaron sus palabras produjeron un auténtico seísmo en el mercado de bonos europeos que hicieron revivir fantasmas del pasado. Días más tarde, la presidenta tuvo que salir de nuevo a anunciar un nuevo programa de adquisición de activos para hacer frente a la emergencia sanitaria (PEPP, por sus siglas en inglés). Entonces, Lagarde puso a disposición de los países y empresas 750.000 millones de euros, una cifra que ha ido creciendo hasta los 1,85 billones de euros y cuya duración ha extendido hasta marzo de 2022. Un plan que, hasta el momento, ha funcionado y ha mantenido las rentabilidades de la deuda en niveles moderados. Sin embargo, en las últimas semanas se había venido registrando un “indeseado” endurecimiento de las condiciones de financiación de las familias, empresas y estados. Una tendencia que ha obligado a la francesa a tranquilizar a los mercados asegurando que acelerará el ritmo de compras de deuda, actualmente alrededor de los 12.000 mill.€ mensuales, “para mantener unas condiciones de financiación favorables para contrarrestar el impacto negativo de la pandemia”. No hay duda de que el apoyo por parte de la máxima autoridad monetaria resulta fundamental para la viabilidad financiera de la eurozona, más si cabe si se tienen en cuenta que Bruselas espera que caiga de nuevo en recesión en el primer trimestre de este año.

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