19 dic 2021

Conversaciones suspendidas

Una de las últimas decisiones del expresidente Donald Trump antes de ser derrotado electoralmente fue la de autorizar la venta a los EAU de 50 aviones de combate F-35 y de más armamento, por un valor total de 23.000 mill.$.

El citado caza, fabricado por la Lockheed Martin Corporation, está dotado de una tecnología absolutamente puntera, por lo que está considerado como el avión militar más avanzado del mundo en estos momentos. Por ello, los EE.UU. han vendido el citado aparato solamente a un número limitadísimo de países, por temor a que esa tecnología pueda caer en las manos equivocadas. De hecho, al dar el visto bueno al citado contrato, Donald Trump estaba queriendo “premiar” a los EAU por haber accedido a normalizar plenamente sus relaciones diplomáticas con Israel en el marco de los llamados Acuerdos de Abraham firmados meses antes. Sin embargo, el nuevo Presidente estadounidense –quien por cierto siempre había dicho que, de ser elegido, iba a revisar los contratos de venta de armas concluidos por su predecesor-, ha decidido condicionar la venta de los cazas a que los EAU veten a la compañía china Huawei Technologies Co de sus planes de modernización de su red de telecomunicaciones y, de un modo más genérico, a que den pasos decididos para distanciarse de China. Los EE.UU. ven con cierta alarma como la República Popular y los EAU han desarrollado en los últimos años crecientes lazos y temen –seguridad nacional obliga- que, de seguir adelante el contrato, pudiese haber una filtración de tecnología indeseada. Esta condición, con la que hasta ahora nadie contaba, ha sido mal acogida por los EAU, llevándoles a tomar la decisión de suspender las conversaciones que se estaban llevando a cabo para cerrar la compra. En paralelo, y aprovechando una reciente visita a la Federación del Presidente francés Emmanuel Macron, los EAU concluyeron con Francia un contrato de compra de 80 aviones de combate Rafale por un valor total de 19.000 mill.$. La reacción estadounidense ha sido afirmar que el contrato firmado con Francia complementa, que no sustituye el relativo a la compra de los F-35, el cual, estiman, sigue plenamente vigente. Sin embargo, no están dispuestos a ceder en la exigencia del veto a China, con el argumento de que es una condición que imponen a todos los países que quieren adquirir armamento de primerísima generación fabricado en los EE.UU. Las espadas -o cabría decir mejor “los cazas”- están en alto.

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