31 ago 2020

Golpe de Estado

El clima de inestabilidad que vive el país africano ha escrito un nuevo capítulo. A mediados de agosto parte del ejército se sublevó y en apenas unas horas lograron controlar los puntos estratégicos de la capital y detener al presidente, Ibrahim Boubacar Keita. El alzamiento se produjo en un contexto de enorme tensión social.

Como se recordará, desde principios de junio Mali vive una oleada de protestas, bautizadas como “Movimiento 5 de junio”. Las raíces del descontento son numerosas; entre otros, la elevada corrupción de las instituciones, la extrema pobreza, el desempleo generalizado y el avance de los grupos yihadistas ─que controlan más de la mitad del territorio─. Las movilizaciones y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad alcanzaron tal magnitud que, a finales de julio, una misión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) medió ─sin éxito─ en la disputa y presionó al ejecutivo de Keita para que formase un gobierno de unidad que integrase a representantes de la oposición y de la sociedad civil.

│¿Y ahora qué?
El futuro de Keita se sitúa lejos de Malí. El pasado 5 de septiembre el expresidente abandonó el país rumbo a Emiratos Árabes Unidos para, supuestamente, seguir un tratamiento médico. Su salida fue, previamente, negociada con las fuerzas armadas. Las miradas se centran, ahora, en las negociaciones entre la Junta Militar y la CEDEAO. Los representantes del ejército propusieron, inicialmente, una solución similar a la adoptada en Sudán; es decir, un consejo nacional de transición integrado por civiles y militares, y presidido por un miembro de las fuerzas armadas. Este organismo sería el encargado de dirigir el país hasta la celebración de elecciones dentro de tres años. La CEDEAO, por el contrario, aboga por la organización de la convocatoria electoral en un periodo corto, dentro de un año, y el nombramiento de un civil o un militar retirado para presidir el consejo de transición. Por su parte, los representantes del Movimiento 5 de junio han celebrado la dimisión de Keita y han ofrecido su colaboración a la Junta Militar para formar parte del futuro consejo de transición. Mientras tanto, preocupa enormemente la posibilidad de que el vacío de poder refuerce la posición de los yihadistas. Cabe recordar que, durante el golpe de Estado de 2012, grupos rebeldes aprovecharon el caos para ocupar el norte del país y proclamar la independencia.

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