02 sep 2020

Europa y Vietnam ponen en marcha su acuerdo de libre comercio e inversiones

El EVFTA echó a rodar en julio, con un desarme arancelario que recortará o suprimirá el 99% de los aranceles de forma gradual a lo largo de esta década.
 

El estado de confinamiento por la Gran Pandemia no ha interrumpido los trámites de ratificación del tratado comercial entre Europa y Vietnam. La Eurocámara lo hizo a mediados de febrero y la Asamblea Nacional vietnamita, el pasado 8 de junio. Justo a tiempo para su entrada en vigor. El llamado EVFTA, acrónimo de European Union Vietnam Free Trade Agreement, fue respaldado por el 94% del poder legislativo de Hanói, que atisba en esta herramienta un impulso productivo y un acicate para su sector exterior para abordar el escenario post-Covid. Para Bruselas significa, desde el punto de vista geopolítico, una nueva pica en Asean, el área de libre comercio de países del Sudeste Asiático, donde se concentra gran parte de los más activos mercados emergentes de la última década, y el primero de los dos acuerdos con un socio de este bloque aduanero con la condición de economía de rentas medias. Singapur, la primera escala de la UE en la región, es una nación con la vitola de altamente industrializada. De ahí que el texto que acaba de entrar en vigor disponga de periodos de transición de más de diez años para la importación de productos, como los automóviles, en beneficio del país asiático. Aun así, Vietnam abrirá sectores sensibles a la inversión europea, como los servicios, incluido el postal, la banca, su poderosos sector de la navegación marítima de mercancías o su mercado de contratación pública. Por la parte europea, se han protegido bienes de la industria alimenticia y de bebidas, como el champagne francés o el queso feta griego, que quedan a salvo de posibles imitaciones made in Vietnam. Las críticas a Bruselas proceden de voces que reclamaban una mayor exigencia europea con los derechos de los trabajadores vietnamitas, pese a que el tratado incluye compromisos en esta materia.

Los análisis de comercio exterior hablan de que el EVFTA es el más ambicioso con una nación en desarrollo y resulta determinante para que Vietnam salte hacia la industrialización, explica Pahm Chi Lan, asesor de política comercial con varios primeros ministros del país. Se empezó a tejer en 2012, y ha superado varios flecos delicados, como el acervo jurídico que rodea a las relaciones de libre intercambio de mercancías y de capitales. De acuerdo con el espíritu del pacto, Europa se compromete a levantar el 85% de las tarifas de entrada en su mercado interior, y a reducir el resto en los próximos siete años. Por su parte, Vietnam lo hará sobre el 49% de la importación que proceda de la UE y suprimirá el resto de aranceles en diez años. Las previsiones apuntan a un incremento del comercio entre ambas áreas del 44% para 2030, cuando se terminen las redes tarifarias actuales. Vietnam habrá tenido que incorporar estándares medioambientales con los que cumplir los Acuerdos de París contra el cambio climático y normas de protección laboral que deben conducir a la supresión del trabajo infantil e incorporar la negociación colectiva entre sus firmas.

El comercio bilateral alcanzó en 2019 los 49.500 millones de euros, según la oficina estadística vietnamita, cuyo gobierno admite que el acuerdo con Europa tendrá un ?significativo impacto? sobre sus firmas exportadores, los inversores extranjeros y los consumidores domésticos. En la balanza comercial de Vietnam se refleja que el flujo de exportaciones e importaciones movilizó en 2019 más de medio billón de dólares. Un buen ejercicio, en el que Hanói se benefició de las hostilidades comerciales entre EEUU y China, sus dos destinos preferenciales -por ese orden-, con más de 41,5 millones de dólares en el mercado americano y 35,3 millones hacia su vecino asiático. En el último semestre de 2019, antes del inicio de la pandemia, el PIB de Vietnam creció un 6,71% impulsado por el alza de sus ventas de manufacturas al exterior debido a la guerras arancelaria comentada.

El de Europa es el decimosegundo tratado comercial suscrito por Hanói, entre los que destacan los de Canadá, Japón y Corea del Sur. Todos ellos mantienen tasas de dinamismo exportador de dobles dígitos. La mayor parte de este vigor exterior procede de sus manufacturas tanto pesadas como auxiliares y equipos electrónicos, con casi la mitad de sus ventas. Desde 2015 las tasas de crecimiento comercial con sus 18 socios europeos más importantes han registrado un alza del 18,3% en términos absolutos. Para Vietnam, el pacto supone el acceso directo a un mercado de 18 billones de dólares, donde Hanói espera colocar un 41,7% más de mercancías y servicios para 2025.

Vietnam, por su parte, ganará atractivo para los flujos de capital europeos. En una economía en la que se han colocado 38.200 millones de dólares de Inversión Directa (FDI) de la UE en 2019. Sobre todo, en su sector manufacturero, con 180 planes inversores que suponen el 50,1% de los proyectos de inversión en el país y el 50,6% del capital pignorado. También tienen capital europeo 19 iniciativas en el segmento de exploración petrolífera y de gas. Además, en este capítulo, el EVFTA surge con resguardo de seguridad. Con un Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones debajo del brazo que, entre otras cláusulas, incorpora una salvaguarda para casos de expropiaciones que afecten a capitales europeos, así como reglas de tratamiento equiparable y de buenas prácticas empresariales.

En este apartado, Europa también saldrá beneficiada, según los cálculos del mercado. Porque más del 70% de las exportaciones vietnamitas están vinculadas a proyectos inversores con sello de la UE. Con lo que las empresas europeas cobrarán ventajas por la capacidad exportadora de Vietnam y sus bajas tarifas de entrada inicial en el mercado interior. En paralelo, Vietnam adopta normas internacionales que obligan a someter a las operaciones de inversión exportadoras a los estrictos estándares de auditoría de la UE. En materia importadora, Vietnam anula las tarifas sobre productos farmacéuticos y maquinaria. Dos de los sectores de mayor flujo europeo que tendrán facilidades para establecerse en suelo vietnamita para eludir costes de importación.

Vietnam es el decimoséptimo socio comercial de la UE, a donde Europa destina principalmente servicios tecnológicos, maquinaria y equipamientos eléctricos, aviones, vehículos y productos farmacéuticos. Por contra, recibe del país asiático material de telefonía, pendas deportivas y textiles, café, arroz, muebles, electrónica y pesca.

El stock de inversión directa europea acumulado desde 2017 alcanza los 6.100 millones de euros. Años en los que estuvo operativo el Acuerdo de Asociación y Cooperación que, desde octubre de 2016, acordaron ambas partes y que ha sido la base del tratado de libre comercio. Vietnam ha estado bajo el escudo protector de los socios preferenciales de la UE desde entonces. Es uno de los diez miembros de Asean, unión aduanera que se ha erigido en el tercer espacio con mayor vigor exportador de la UE que han intentado, en vano, desde 2007, sellar un pacto supranacional que se sustituyó por negociaciones bilaterales. Cecilia Malmström, comisaria de Comercio y su homólogo vietnamita, Tran Tuan Anh, destacaron también la asistencia técnica que recibirá Hanói en materia sanitaria y de reformas estructurales. Además, el acuerdo contiene supresiones de cargas y procesos burocráticos, apertura de sectores regulados y mecanismos de supervisión que velen por el cumplimiento del espíritu y la letra del tratado.

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