11 jun 2012

Seguro de Crédito: nuevo aliado contra la morosidad y la falta de financiación

La pequeña y mediana empresa se ve afectada hoy en día por dos problemas en el actual entrono económico hasta alcanzar la categoría de sucesos catastróficos: la morosidad, que crea incertidumbre, y la ausencia de liquidez y crédito, que no solo no permite solucionar los efectos de la morosidad, sino que los agrava. Las empresas se enfrentan a un verdadero problema de ?cash flow? que  obliga a demorar pagos, generar tensiones de caja y condenarse a aparecer en registros negativos que las alejan de cualquier posibilidad de conseguir crédito bancario o comercial. Esta situación -y no la pérdida de negocio- es la verdadera causa de la insolvencia de las empresas. Por ello, la reactivación del crédito se posiciona como elemento clave para la recuperación de la actividad económica. A la hora de medir la morosidad, el índice más utilizado es el que publica el Banco de España sobre el sector financiero, que registra un nivel superior al 8%. Sin embargo, este no es un buen indicador para medir los impagos en las transacciones entre empresas. Para esto es mucho más útil el índice de morosidad sobre efectos comerciales, que identifica realmente el comportamiento de pago de las empresas para con sus proveedores. Y la realidad es que el panorama no da señales de mejora. De hecho, el sistema de predicción desarrollado por CESCE anticipa que la morosidad seguirá subiendo durante al menos los próximos seis meses. En cuanto al crédito, también se observa una caída en los importes de efectos descontados, reflejo de una restricción crediticia que se manifiesta en cancelaciones de líneas de descuento. La tendencia prevista en esta partida también será descendente en los próximos meses, por lo que el problema de la ausencia de liquidez tenderá a agravarse. Contra morosidad e iliquidez, protección y financiación Por desgracia, el seguro de crédito ha reaccionado hasta ahora a los problemas por dos vías. Por una parte, reduciendo las coberturas y, por tanto, restringiendo aún más la capacidad de expansión de las ventas. Por otra parte, empeorando sus condiciones (franquicias, ampliación de plazos de indemnización) y drenando más liquidez de las maltrechas economías de las empresas. Si ante el recrudecimiento de la crisis la industria del seguro de crédito (que perdió cerca del 30% de sus clientes en Europa en 2009) reacciona en la misma línea, su prestigio quedaría seriamente dañado. Como han tenido que hacer otros sectores, el Seguro de Crédito debe reinventarse y proporcionar a sus clientes precisamente aquello que más necesitan. Por una parte, hay que aumentar la concesión de riesgo para incrementar la protección a las empresas. Esa mayor aceptación de riesgo sobre compradores problemáticos llevará aparejada un precio de crédito más alto, pero hay que otorgarla. ¿Alguien puede poner en cuestión que el riesgo de crédito ha de tener un coste cuando a nuestro Tesoro le exigen los mercados más de 500 puntos básicos por el diferencial de riesgo con Alemania? La cuestión más importante es hacer posible el crédito comercial, no hacerlo barato. Por otro lado, hay que utilizar la protección que otorga el Seguro de Crédito a los créditos comerciales para constituir una fuente de liquidez. Cualquier esfuerzo en este sentido es poco. Es preciso adelantar el pago de indemnizaciones. ¿De qué sirve una indemnización tardía cuando el problema de las empresas es una cuestión de caja? Es necesario poner en valor la protección otorgada por las compañías de seguros, entidades solventes, sobre los créditos comerciales para que su descuento resulte atractivo a las entidades financieras. El Seguro de Crédito ha de convertirse en un puente hacia la financiación, no en un sobrecoste para la obtención de una protección patrimonial. Hoy en día, dicha protección patrimonial resulta retórica pues la única urgencia de las empresas en el tráfico comercial es la liquidez. Contra morosidad e iliquidez, protección y financiación. Este es el papel contracíclico que se espera de las compañías de Seguro de Crédito. Y es su obligación asumirlo, aunque suponga renunciar a algunos principios y a los usos y costumbres más arraigados en esta industria. Ha llegado el momento de que el Seguro de Crédito se reinvente porque, como señaló Hipócrates, ad extremos morbos, extrema remedia exquisite optima.
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