10 mar 2024

Continúa la guerra y sus efectos económicos

El conflicto entre las Fuerzas Armadas de Sudán y el grupo paramilitar Rapid Support Forces (RSF) continúa de forma sangrienta, casi un año después de su estallido, y las autoridades han confirmado que no se celebrará una tregua con motivo del Ramadán.

 

Ninguna de las dos facciones parece ser capaz de alcanzar una victoria rápida, por lo que se espera una larga guerra. Además, la situación ha supuesto un devastador golpe para una economía que ya estaba en un estado muy precario, con una radical caída del PIB, tendencia que continuará hasta que el conflicto finalice. El ministerio de Finanzas anunció recientemente que la economía se contrajo un 40% en 2023, y que en el presente ejercicio se espera que caiga un 28%; ambos datos son mucho más pesimistas que los anunciados por el FMI. Aunque la explotación y exportación de oro, principal fuente de financiación para ambos bandos, continua de forma regular, otros sectores están prácticamente paralizados como resultado de los combates, como el petrolífero, que ha sufrido daños por valor de 5.000 mill.$. La producción agrícola también se está viendo afectada, no solo en las áreas en las que el conflicto está más activo, ya que la escasez de divisas ha provocado una reducción en las importaciones de semillas y otros recursos necesarios para los cultivos. A todo ello se suma una inflación disparada: aunque es imposible obtener datos fiables, se estima que en 2023 habría llegado al 250%. Todo ello contribuye a la crisis humanitaria que viven los sudaneses, lo que llevará a muchos de ellos a huir del país: en 2024 se espera que el número de refugiados sudaneses se duplique y alcance los 3 millones.

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