12 dic 2021

Llamada presidencial

El pasado 7 de diciembre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llamó a su homólogo ruso, Vladimir Putin, para tratar la situación en la frontera ucraniana.

Como se recordará, Rusia ha desplegado un contingente formado por 175.000 hombres y artillería pesada que, de acuerdo con los servicios de inteligencia estadounidenses, estaría preparándose para invadir Ucrania el próximo mes de enero. Ante la inminente amenaza militar, tanto Bruselas como Washington han respondido con la publicación de una lista de potenciales sanciones que podrían imponer a Moscú en caso de que se atreviese a traspasar la frontera de la exrepública soviética. Así pues, la llamada de Biden a Putin buscaba tratar de rebajar la tensión y evitar una escalada militar en la región. Lo que ha trascendido de la conversación entre ambos es que el presidente ruso ha trasladado su preocupación acerca de la posibilidad de que Ucrania ingrese en la OTAN, el despliegue de tropas de la Organización en los países limítrofes como las repúblicas bálticas o Polonia o un posible cambio de formato en las negociaciones para la resolución del conflicto con Ucrania. En respuesta, Washington anunció una futura cumbre entre Rusia y cuatro miembros de la OTAN  (sin concretar cuáles) para tratar todos estos asuntos. No obstante, las declaraciones del presidente estadounidense desconcertaron a sus socios trasatlánticos que no esperaban que Estados Unidos se doblegase ante las peticiones de Moscú. De hecho, llegaron a poner en cuestión la influencia de Rusia sobre las decisiones de la OTAN, que ya arrastra una importante crisis de prestigio. Las acusaciones de algunos socios europeos precipitaron una nueva ronda de llamadas del presidente Biden a seis socios transatlánticos y a Volodimir Zelensky, su homólogo ucraniano, para asegurar el compromiso de Estados Unidos a defender la integridad territorial de su país.

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