10 ene 2021

La oposición se debilita

Juan Guaidó ha perdido el reconocimiento de facto que recibía por parte de la Unión Europea como presidente interino de Venezuela, lo que supone un durísimo golpe para la oposición venezolana. Así lo anunciaba el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quien lamentaba que tras la controvertida victoria de Maduro en las elecciones a la Asamblea Nacional (AN) del pasado del 6 de diciembre, el parlamento presidido por el líder opositor ya ha cesado en sus funciones y, por tanto, el mandato que asumió en 2019 como “presidente encargado” del país ha dejado de tener vigencia.

No obstante, Borrell destacó que los 27 estados de la Unión seguirán sin reconocer a la AN surgida de las polémicas elecciones legislativas, que fueron boicoteadas por la mayoría de la oposición y no reconocidas por Europa. Dicha victoria, sin embargo, se anticipaba como algo inevitable puesto que en los meses previos Maduro había tomado el control del Consejo Nacional Electoral con el fin de apuntalar el control del régimen chavista. Dada la carencia de garantías, la oposición liderada por Guaidó decidió no participar en los comicios y realizar su propia consulta popular por internet. Aunque considerada como un notable éxito por sus promotores, al contar con la participación del 31,22% del padrón electoral, carece de validez legal y poco puede hacer por desencallar la situación. A medida que la economía colapsa, ya es un tercio de lo que era cuando Maduro juró el cargo, el régimen se vuelve menos dialogante y más represivo. De hecho, la Corte Penal Internacional ha señalado la existencia de diversos indicios de crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, el fracaso del régimen no se está traduciendo en una mayor fuerza de la oposición puesto que  no cuenta con el imprescindible apoyo militar. Ya en 2019 Guaidó fracasó en su intento de derrocar al gobierno lo que evidenció el apoyo de la élite militar con el que cuenta Maduro. En la actualidad la popularidad de Guaidó, quien gozaba inicialmente de un amplio apoyo social, se ha desplomado a niveles tan bajos casi como la del propio Maduro lo que no es sino reflejo del hartazgo generalizado de la población sumida en una crisis humanitaria sin precedentes. Los embates internos y externos, así  como la política de máxima presión de la saliente administración Trump, han debilitado al país, pero nunca han estado cerca de derrotar al régimen, tan siquiera de hacerlo ceder. Incapaz de generar cambios desde las instituciones y ahora sin acceso a las mismas, el único camino que resta a la oposición es volver aumentar la presión desde las calles. Tal situación ilustra una profunda incertidumbre y la poca esperanza que sobrevuela el futuro cercano de un país que antaño se encontraba entre los más prósperos del continente.

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