21 mar 2021

Sin consenso social no habrá acuerdo con el FMI

En las últimas semanas se han producido contactos entre las autoridades tunecinas y representantes del FMI, tendentes a la firma de un posible acuerdo, aunque las conversaciones se encuentren todavía en un estado muy embrionario. 

Túnez atraviesa por una delicadísima situación económica. En 2020, el desplome del turismo, a causa de la pandemia, y la fuerte sequía dieron lugar a una contracción del PIB de casi un 9% en términos reales, agravando una coyuntura económica que ya venía siendo muy mala desde 2011, el año en el que se produjo el derrocamiento del dictador Ben Ali y el inicio de la transición democrática. Desde entonces, Túnez ha tenido no menos de 10 gobiernos, todos ellos frágiles y de corta duración. Esta situación de inestabilidad política crónica ha hecho imposible la adopción durante la última década de las políticas de ajuste que el país necesita, al tiempo que una serie de atentados terroristas -los más graves de los cuales tuvieron lugar en 2015- primero, y la pandemia, después, ponían de rodillas al sector turístico que, además de generar el 11% del PIB, tiene una enorme importancia en términos de empleo, tanto directo como indirecto. Por si fuera poco, la sequía -que ya en 2020 había hecho caer la cosecha de cereal en un 35%- no parece remitir en 2021, lo que, de nuevo, está obligando al país a efectuar costosas importaciones de cebada y de trigo blando. Ante esta situación, casi dramática, las autoridades han sondeado al FMI en busca de apoyo. Sin embargo, éste último ha dicho que no habrá acuerdo si la clase política, los ciudadanos y las fuerzas sociales no llegan antes a un consenso sobre la necesidad de adoptar medidas de ajuste, que necesariamente deberán ser impopulares. Algunas de las ya apuntadas por el FMI van en el sentido de reducir subsidios, especialmente sobre los carburantes, y recortar tanto los salarios de los funcionarios como las transferencias a las empresas públicas. Respecto de éstas últimas, el FMI ha advertido acerca de su nivel de endeudamiento, que empieza ya a ser preocupante. Sin embargo, lograr un consenso no va a ser tarea fácil. A nivel institucional, aunque el Primer Ministro Hichem Mechichi, esté a favor de un programa de ajuste tutelado por el FMI, no está nada claro que cuente con el apoyo de Kais Saied, el Presidente de la República.  Además, a nivel social la paciencia ciudadana parece ya haber tocado techo, tal y como quedó de manifiesto a raíz de las fuertes protestas del pasado mes de febrero, que obligaron al ejecutivo a recurrir al ejército para sofocarlas. Túnez se encuentra en un callejón sin salida y, sin consenso interno para salir de esa difícil situación, no podrá recibir apoyo exterior.

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