17 ene 2021

Repunte bursátil en los emergentes

El índice bursátil MSCI, que recoge la cotización de las bolsas de 27 mercados emergentes, alcanzó un nuevo récord el pasado viernes 15. Esto ha sido posible gracias al fortísimo repunte registrado en los últimos 9 meses, periodo en el que se ha añadido la cifra récord de 10.800 mill.$ en nuevas inversiones en este mercado.

El tsunami de liquidez global (fruto de los paquetes de estímulos gubernamentales) y el optimismo generalizado sobre la recuperación de la economía tras la pandemia alimentan el apetito inversor por activos de un mayor riesgo. El índice ha recuperado este mes los niveles anteriores a la Gran Recesión, un hito particularmente anhelado y que en los mercados ricos sucedió ya en 2014. La caída de los precios del petróleo en 2014, la devaluación del yuan en 2015 y las crisis de Turquía y Argentina en 2018 imposibilitaron que esto sucediera antes. No obstante, pese a la recuperación de su valor total, la composición del índice ha variado drásticamente en estos 14 años: el peso de China ha pasado de ser el 16% al 40%, el de Brasil ha caído 10 puntos hasta el 5%, Marruecos y Jordania ya no están incluidos y Grecia sí lo está (tras ser excluido del índice de los países ricos en 2013). Pese a lo positivo de la noticia, los mercados emergentes se enfrentan a numerosos retos en 2021 y adelante, entre los que se encuentran los dilatados stocks de deuda, la apreciación del dólar estadounidense y las aletargadas tensiones sociales.

│El poder de las grandes tecnológicas

La suspensión de la cuenta personal en Twitter de Donald Trump (la asociada a su cargo, @POTUS, sigue en funcionamiento) ha abierto un debate acerca del control del discurso público por parte de un número muy reducido de compañías tecnológicas privadas. En la última década, redes sociales como Facebook, Twitter o Youtube se han convertido en omnipresentes plataformas políticas y se han integrado completamente en los medios de comunicación, mientras que en paralelo ha aumentado la desinformación, las fake news y los discursos de odio en las mismas. Esto coloca a estas empresas en una disyuntiva entre permitir todo tipo de contenido, como parte de su función de foro público, o eliminar cuentas y comentarios que incumplen sus términos y condiciones (que prohíbe la incitación a la violencia, entre otros).  La falta de una regulación transversal y global, que establezca unas directrices y límites claros, otorga a las grandes tecnológicas el poder de tomar decisiones unilaterales y opacas que tienen un efecto político y social de gran calado. Voces críticas han mostrado su preocupación ante lo que se percibe como una limitación a la libertad de expresión por parte de empresas privadas, mientras que otros abogan por la retirada de un altavoz público a ideas extremistas.

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