La diplomacia económica se hace cargo del comercio internacional
21 mar 2017
La diplomacia económica se hace cargo del comercio internacional
El combate al proteccionismo ha desaparecido de los comunicados oficiales sobre comercio internacional del G-20. Ahora, la diplomacia perfilará el nuevo orden económico global en la era Trump.
Tregua hasta julio. Será entonces, en Hamburgo, cuando los líderes de las potencias industrializadas y los grandes mercados emergentes que configuran el G-20 tendrán que perfilar la estrategia del comercio internacional. Aunque a mediados de marzo, los responsables de Economía y Finanzas de este selecto club, al que muchos analistas consideran el germen de un gobierno económico mundial, han dejado sobradas muestras de que el proteccionismo ha hecho escala en el G-20. Y que los debates sobre las normas comerciales en el futuro serán tensos y podrían eludir los precedentes históricos en favor de la libre circulación de bienes, mercancías y servicios. No por casualidad, los dirigentes de las áreas económicas de estos países no lograron consensuar la redacción final sobre comercio en el comunicado del foro. Por primera vez en su historia. Ni siquiera en un entorno como el de la ciudad-balneario de Baden-Baden. Alemania lidera la presidencia anual del G-20, junto a sus socios europeos, Francia e Italia, y a los que acompaña Reino Unido en los últimos meses antes del Brexit. En julio, retomarán las sesiones geoestratégicas y económicas del grupo los jefes de Estado o de Gobierno.
Comercio internacional y la nueva Administración Trump
Las relaciones comerciales han dado un giro con la nueva Administración Trump, como ya hablamos en el post sobre el nuevo escenario del comercio internacional. El nuevo Gabinete de EEUU se ha desmarcado de la estrategia de comercio internacional del gobierno de Obama. Desde el inicio de su mandato, en enero pasado, del tratado de libre comercio recién firmado con Asia/Pacífico, mientras quedaba en agua de borrajas el acuerdo transatlántico con Europa y ponía en tela de juicio el funcionamiento y las reglas de juego actuales del Nafta norteamericano con Canadá y México. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, apenas logró sortear la cuestión. Intercedió para incluir en el acta del encuentro el apelativo de comercio ?justo?, mientras China, que aún carece del estatus de economía de mercado, fue la gran impulsora de la existencia de las normas que rigen los intercambios transfronterizos en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC). A pesar de que Pekín ha protagonizado la mayor parte de los conflictos en los paneles de arbitraje de la más alta institución comercial. La maniobra de Mnuchin deja a las diplomacias económicas de estas naciones el papel de conciliación. Una misión nada baladí. Porque, hasta ahora, las menciones del G-20 en este punto hablaban de ?resistir a cualquier forma de proteccionismo?. El asedio diplomático hacia el G-20 tendrá, al menos, 100 días para buscar una solución que se antoja compleja. Porque si bien los deseos pretéritos de que el proteccionismo al comercio y las inversiones extranjeras no se han traducido necesariamente en una mejora de los flujos de mercancías y capitales, lo cierto es que el giro político de EEUU en esta materia no sólo parece que modificará la retórica oficial, de concepción, hasta ahora, más multilateralista; sino que también añadirá incertidumbre y dudas sobre la defensa sin paliativos que, hasta ahora, la Casa Blanca ha hecho sobre la libertad comercial. Así, al menos, se manifiesta el consenso del mercado tras la reciente reunión de titulares de Economía del G-20. Una vez interpretaron la banalidad de su redacción final: ?estamos trabajando para fortalecer la contribución del comercio a nuestras economías?.
La posición de España ante la nueva estrategia de comercio internacional
España, en este contexto, y como país invitado permanente al G-20, tendrá también que perfilar sus líneas de influencia. Como no puede ser de otra forma, al lado de la UE, institución a la que los socios europeos han cedido su soberanía en materia comercial. Pero, sobre todo, en favor del libre comercio. En un momento en el que el déficit comercial ha vuelto a hacer aparición. El pasado enero, la brecha entre compras y ventas españolas aumentó un 31,3% debido a la energía, cuyos precios se encarecieron súbitamente en los mercados internacionales durante el tránsito de 2016 a 2017. Un lastre para un país todavía muy crudo-dependiente. Y a pesar de registrar un nuevo récord exportador, con un nuevo repunte del 17,4% respecto al mismo mes del ejercicio precedente.
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