07 abr 2016

Los temores que atenazan a los emprendedores

El refrán "el cementerio está lleno de valientes" viene a significar que es mejor actuar con cautela que arriesgarse demasiado, ya que las consecuencias pueden ser catastróficas. Los emprendedores, o los que algún día quieren llegar a serlo, no pueden seguir las lecciones de este tipo de proverbios. Deben librarse de todos los miedos o temores y lanzarse a iniciar la aventura empresarial.

A pesar de tener una buena idea, muchas personas no se la juegan. El pánico ha triunfado en sus vidas y se sienten maniatados sin saber muy bien el motivo. La razones son una serie de temores que todos tenemos y que son necesarios superar si se quiere triunfar. En este post vamos a repasar cuáles hacen de esa camisa de fuerza que muchos se ponen y que evita que el mundo descubra sus habilidades.

El vil metal

El miedo a arruinarse es uno de los más habituales. Su fuerza es tal que impide que muchas personas dejen su aburrido puesto de trabajo y se la jueguen con un negocio propio. La pobreza siempre se esconde detrás de muchas de las malas decisiones que tomamos a lo largo de la vida. Y lo peor es que, en muchos casos, se trata de un temor infundado.

Bastantes de esas personas que no se atreven a dar el paso cuentan con un remanente de dinero en la cuenta, con el que podrían sobrevivir un tiempo. A pesar de ello, se prefiere "lo malo conocido a lo bueno por conocer", la supervivencia frente al progreso.

El qué dirán

La familia, los amigos... En definitiva, el entorno condiciona la toma de decisiones arriesgadas. Que levante la mano aquel al que su padre o madre no le ha dicho que es mejor seguir estudiando que dejarlo todo para iniciar un proyecto de futuro incierto.   Se trata el miedo al qué dirán. A la vergüenza que se siente cuando se fracasa. Al temido "te lo dije".

Este pánico toma especial relevancia en un país como España, donde un descalabro no es bien visto. En Estados Unidos, la circunstancia es diferente. Allí no tiene un carácter tan negativo. A todas esas personas, que podrían ser emprendedores de provecho, habría que decirles que las críticas no pueden ser sinónimo de parálisis. Es mejor imaginar lo que esos mismos individuos dirán si en el futuro su negocio se vuelve un triunfador. Los peros dejarían lugar a las alabanzas.

El fracaso

Este miedo está relacionado con el anterior. Las personas tienden a minusvalorarse y a formularse preguntas que sólo pueden tener respuesta negativa. Nos referimos a cuestiones como éstas: ¿Y si fracaso? ¿Y si me equivoco? ¿Y si esta idea ya la ha tenido alguien? ¿Y si no valgo para esto? El famoso ¿y si? con el que comienza cada interrogante es una losa que atenaza y de la que es necesario desprenderse si se quiere ser emprendedor.

La mejor forma de superar este miedo a fracasar es concentrarse en un posible triunfo. Y si al final resulta que la experiencia no ha salido bien, no pasa nada. Siempre habrá tiempo para corregir los errores en la siguiente oportunidad.

La edad

Existe una idea equivocada de la vida y de los negocios. Algunos se piensan que una vez superada cierta edad es tarde para emprender. Los ejemplos de emprendedores que han triunfado teniendo más de 50 o 60 años son también numerosos. No es necesario tener menos de 30 años para alcanzar el éxito. Todo el mundo puede hacerlo.

El miedo a la edad o a la vejez lo definió a la perfección Benjamin Franklin cuando comentó que "hay personas que mueren a los 25 aunque se las entierra a los 75". Venza a este temor, la edad es mucho menos importante de lo que se piensa. Lo principal es la confianza que uno tenga en uno mismo.

El éxito

Efectivamente. Aunque sorprenda, la educación que se imparte en los colegios y la que se recibe en cada hogar suele infundir un excesivo respeto al éxito. A lo largo del tiempo, esa sensación se transforma en miedo a descubrir cuáles son los límites personales e intelectuales de una persona. Algo que inevitablemente conduce a la parálisis emprendedora.

Y es que a la mayoría nos han dicho mil veces que no podríamos ser personas como tal o cual empresario, que ha sido capaz de levantar un imperio. Siempre se ha hecho hincapié en el hecho de ser realista y de que los sueños.... sueños son. Es necesario esquivar este modelo de pensar. La ilusión es lo único que debe habitar en la conciencia de un emprendedor.

El ridículo

Las buenas decisiones se suelen tomar en caliente. Ésta es una realidad. Si se le da muchas vueltas a algo, el porcentaje de echarse para atrás crece de manera exponencial. La tardanza es el mejor aliado de otro de los miedos más extendidos: el pánico a hacer el ridículo, que retrae incontables iniciativas que podrían haber generado un buen número de startups exitosas.

El emprendedor debe ser audaz y superar todos los temores. Se trata de la única forma de tomar la iniciativa. Nada ni nadie debería ser nunca responsable de retrasar la realización de los sueños.

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