24 mar 2014

Cinco claves para evitar el concurso de acreedores

Las estadísticas asustan. El 95% de las empresas que entran en concurso de acreedores acaban liquidadas. Así, no es de extrañar que la sola mención de este proceso implique un drama en todos los niveles jerárquicos de cualquier empresa. Pero, con el último cambio de la Ley Concursal sobre la mesa, una adecuada dosis de previsión y unos acertados ajustes en la gestión financiera alejar ese fantasma de las empresas es, cada vez, más posible.

 

¿Cómo evitar un concurso de acreedores?

  • Reconoce el problema y actuar con celeridad
  • Aplicar los ajustes necesarios y razonables
  • Aplicar una política de comunicación adecuada con todos los públicos
  • Aprovechar al máximo el pre-oncurso de acreedores
  • Dejar paso a nuevos socios
     

Reconocer el problema y actuar con celeridad

El motivo porque el que la solución de los concursos de acreedores es tan desastrosa, según los expertos, es porque las empresas acuden a esta figura jurídica cuando ya no queda más remedio. Es como si, ante una enfermedad grave, el afectado renunciara a ir al médico ante los primeros síntomas y esperase a llamarlo cuando está en el lecho de muerte. Pocas posibilidades de solucionar el problema hay en ese momento.

Por lo tanto, en el momento en que haya algún retraso en el flujo de caja o problemas con el pago a proveedores hay que dar la voz de alarma. Toca revisar las cuentas con pulcritud. A veces, las pymes no tienen a nadie que se dedique a esta actividad a tiempo completo.

Si es así, es el momento de reestructurar funciones y dedicar a alguien en exclusiva durante el tiempo que sea necesario a poner en orden las cuentas: el esfuerzo merece la pena. Para evitar complicaciones futuras es fundamental detectar los problemas.

 

Aplicar los ajustes necesarios y razonables

Ajustes, ajustes, ajustes. Tal vez esta sea la palabra más escuchada desde la llegada de la crisis. Pero no se trata de recortar por recortar, sino de hacerlo con eficiencia. Si se ha sido eficaz en la puesta en orden de las cuentas de la compañía, será más fácil tomar decisiones ya que sabrá donde están los gastos superfluos para comenzar a cortar por ellos.

En este momento, también es probable que tenga que enfrentarse al temido recorte de personal. Los números fríos pueden hacerle creer que liquidar los contratos con sueldos más altos es la mejor manera de recortar gastos. Y tal vez así sea en el corto plazo, pero recuerde que su objetivo principal es salvar la empresa.

Debe preguntarse ¿quién será más útil para la supervivencia de la empresa en la travesía del desierto? Los expertos aconsejan apostar por el talento que quiera conservar para la próxima etapa de vacas gordas.

 

Aplicar una política de comunicación adecuada con todos los públicos

¿Comunicación? Es posible que esa sea una de sus últimas prioridades en un momento tan complicado. En ningún caso debería ser así. Pero, además, debe recordar que comunicación no es sólo la relación con la prensa. También hay que esforzarse en dar los mensajes adecuados a otros públicos como son, en este caso, los proveedores, los bancos y, sobre todo, los posibles inversores.

Esto significa que, si está convencido de que su empresa es viable, deber realizar un informe simple, pero lo suficientemente atractivo como para transmitir ese mensaje. Con él deberá convencer a los bancos que refinanciando los plazos de sus deudas podrá pagarlos y también atraer a posibles inversores para que inyecten dinero como capital nuevo.

 

Aprovechar al máximo el preconcurso de acreedores

Antes de solicitar concurso de acreedores o de correr el riesgo de que alguno de sus proveedores lo haga, es recomendable iniciar oficialmente un preconcurso de acreedores. Es decir, un proceso en el que intentará renegociar las condiciones de sus deudas sin la presión que implica tener la vigilancia del administrador concursal.

La reforma de la Ley Concursal va a facilitar mucho la gestiones en este momento del proceso, pero para beneficiarse de esas condiciones es necesario oficializar que se está negociando con los acreedores. Es decir, es obligatorio comunicar al juzgado que se ha iniciado este proceso. Así, paralizará toda posibilidad de que sus acreedores insten la ejecución de bienes que sean necesarios para la continuidad de su empresa.

También  es una buena arma para gestionar tiempos, ya que se inicia en el momento en el que a la empresa le interesa, y evita que algún acreedor pueda solicitar concurso necesario de acreedores en un momento en el que los directivos no lo esperen. Una vez puesto en marcha el preconcurso de acreedores, la actividad debe ser frenética. El tiempo apremia y apenas hay cuatro meses de plazo para solucionar los problemas financieros.

La buena noticia es que con la reforma ya no es necesario llegar a un acuerdo con todos sus acreedores. Si la negociación prospera solo con algunos, los necesarios para sanear sus cuentas, podrá aplicar las decisiones a los demás. Puede pactar quitas o aplazamiento de pagos durante cinco años con el 60% de sus acreedores y todos los demás estarán obligados a aceptarlos.

Si el aplazamiento sube a 10 años, tendrá que recabar el consenso del 75%, es mucho, pero al menos ya no necesitará el apoyo de la totalidad de los afectados, como sucedía hasta antes de la reforma.

 

Dejar paso a nuevos socios

Otra de las novedades de la reforma concursal es que facilita la entrada de capital nuevo en las compañías con problemas. Que un extraño entre a formar parte de la compañía se suele ver en algunas pymes como una aberración, pero en situaciones extremas puede ser la mejor manera de evitar ir a la quiebra.

En principio, la posibilidad de canjear las deudas por acciones de la empresa está pensada para las grandes corporaciones que tienen relación con fondos de inversión y grandes bancos. No es muy probable que el banco de una pyme quiera formar parte de su accionariado, pero darle entrada en el capital también puede ser una forma de implicar a la entidad financiera en el negocio y que tenga tanto interés como usted para que la empresa sobreviva. Todo dependerá de sus artes negociadoras.

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