19 jul 2018

Cuatro tipos de tarjeta para ayudarte en tu negocio

El mercado pone a disposición de empresas y particulares diversos tipos de tarjeta de pago: crédito, revolving, débito y prepago, cada una de ellas con sus pros y sus contras, y que pueden ser muy útiles para el empresario siempre que se usen de forma meditada e inteligente.

 

Tanto a nivel personal como de empresa, todos tenemos un buen número de opciones para ejecutar nuestras transacciones económicas vía tarjeta. El llamado ?dinero de plástico? sigue creciendo año tras año y mejorando en cuanto a seguridad (a pesar de las opciones de pago con smartphone que hace tiempo que se están desarrollando). Nos evita llevar grandes sumas de dinero encima, nos ayuda a movernos económicamente por internet y nos da opciones de financiación, entre otras ventajas.

4 tipos de tarjeta para mi negocio

Pero, ¿qué productos podemos llevar en nuestra cartera y para qué nos sirve cada uno?

Crédito

Probablemente dentro de los tipos de tarjeta de pago, la de crédito es la más utilizada a nivel empresarial, ya que permite realizar operaciones aunque no se tengan fondos suficientes y decidir en qué momento del mes se realiza el cargo a cuenta, siempre que el portador de la tarjeta así lo requiera. Tiene un límite preestablecido con la entidad bancaria (u otras sociedades de crédito con las que también puede contratarse) y puede ser muy útil para la financiación de imprevistos, que pueden pagarse a plazos.

La cantidad adelantada se liquidará en una fecha mensual también previamente especificada (si no, lo normal es que sea a principios de mes). En ese momento sí es conveniente tener fondos suficientes en la cuenta asociada a la tarjeta, ya que, de lo contrario, se cargarán también una serie de intereses de demora. Según advierte la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los gastos que acarrea una operación de este tipo oscilan entre el 11% y el 25% de la cantidad prestada por la entidad.

Revolving

Una herramienta muy útil para conseguir un préstamo de forma sencilla y que se puede pagar a plazos, según las necesidades del cliente. Estas tarjetas son exclusivas para este tipo de acciones, aunque deben usarse con cuidado y mesura para evitar un sobreendeudamiento. El cliente y la entidad emisora predeterminan una cantidad tope en la tarjeta que nunca se podrá superar. Si el portador llega hasta el límite podrá pagar de forma flexible y mes a mes por un lado un porcentaje de la deuda y, por otro, los intereses generados por el préstamo.

A medida que se va amortizando la deuda, el cliente puede volver a ir gastando con esa tarjeta, de nuevo hasta el tope marcado. Son diversas las asociaciones y entidades que recomiendan financiar el préstamo total en el menor tiempo posible, ya que cuanto más se dilate el pago en el tiempo, mayores intereses habrá que pagar.

Débito

Es una de las tipos de tarjeta más habituales, nos permite realizar pagos o sacar dinero del cajero descontándolo al instante de la cuenta corriente a la que esté asociada. Es muy útil para controlar las cuentas y evitar un exceso de endeudamiento, aunque no podemos contar con ella para aplazar pagos.

Además, hemos de tener cuidado de que la cuenta asociada tenga fondos suficientes para que las operaciones puedan llevarse a cabo. Si no los tuviera, probablemente será rechazada. A no ser que hayamos acordado con nuestro banco la cobertura de descubiertos, en cuyo caso también debemos estar preparados puesto que los intereses que se pagan por estos servicios suelen ser muy elevados.

Monedero o prepago

Son tipos de tarjeta que hay que cargar voluntariamente con una cantidad concreta (aportada por su portador) previo paso por caja o por cajero. A medida que vamos pagando con ella, esa cantidad se va reduciendo y una vez agotado el saldo se puede volver a recargar. De esta manera, si alguien la robase o se perdiese, sólo se podrá gastar la cantidad límite que hay en ella. Puede ser muy útil para aumentar la seguridad en los pagos online y a la hora de cubrir los gastos que nuestros empleados tengan por motivos laborales.

Existe incluso una versión virtual que sólo se puede utilizar para hacer transacciones en internet. Para ello el portador, en vez de tener una tarjeta física, dispondrá de un número, una clave PIN, un código CVV y una fecha de caducidad.

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