26 feb 2019

Errores que los emprendedores no deben cometer al hablar en público

Cuando un emprendedor adquiere cierta relevancia por la buena marcha de sus negocios, acostumbra a ser reclamado en distintos foros para que detalle su aventura empresarial, o las claves de su éxito. Lejos de lo que pueda parecer, este tipo de actos suelen ser beneficiosos para los oradores debido a las posibilidades de ampliar la red de contactos que ofrecen. Suponen, por tanto, un aspecto que siempre debe estar presente en el plan de gestión comercial y de marketing de todos los nuevos negocios.

Además, una buena exposición también cala en el público más general lo que, a la larga, siempre será positivo para el conocimiento de la empresa y de la marca. De ahí la importancia que tiene alcanzar un buen nivel como orador.

El problema es que una gran parte de la población (algunos estudios sitúan el porcentaje en más del 70%) tiene miedo a hablar en público, lo que es muy negativo a la hora de afrontar un acto de estas características. El entrenamiento y la práctica son las únicas soluciones que existen para reducir ese temor. Aunque también ayuda conocer lo que todo emprendedor no debe hacer cuando se dispone a comunicar oralmente un mensaje ante el público.

Errores más comunes

No comenzar sin antes haberse preparado

Aunque se trate de una intervención limitada en el tiempo, es imprescindible prepararse siempre cualquier presentación. Además deben realizarse ensayos (ante un espejo o con un público de amigos reducidos o ante empleados de la compañía) para afinar el discurso y obtener un mejor resultado.

Con este objetivo es aconsejable comenzar todo este proceso con más de una semana de antelación. Huir del contacto con el respetable Los buenos oradores siempre miran a los ojos de las personas que les escuchan. Los malos evitan la mirada, lo que supone un error. La mirada es una poderosa arma de persuasión, por lo que siempre debe ser utilizada.

Dar las cosas por sabidas

La frase como ya saben es muy habitual en los discursos de políticos y empresarios. Pues bien, también supone un importante fallo. No se puede dar por sentado que todo el mundo es un experto en la materia que se va a exponer. Hacerlo puede generar que los que no entiendan algo pierdan el interés durante el resto de la exposición.

 Ser frío o distante

La sociedad actual dista mucho de parecerse a la del pasado siglo. De ahí que si antes se aconsejaba una oratoria clásica y distante para dar una imagen de seriedad, hoy sea más recomendable mostrarse como alguien cercano y emocional.

Porque es precisamente la emoción por lo que se está escuchando lo que mueve a las masas. Una buena estrategia a seguir en este sentido es la de pedir la colaboración del público en aspectos puntuales. De esa forma usted parecerá uno más. Con todo, es muy importante caer simpático.

No cuidar el entorno

Los estudios concluyen que el 55% del éxito o no de una presentación oral dependen de la capacidad para gesticular, otro 38 se atribuye al tono de voz y solo el 7 por ciento a lo que se dice. Estos porcentajes reflejan con meridiana claridad que debe cuidarse el escenario y el entorno para lograr que el público ponga sus cinco sentidos en lo que se está diciendo. Con este objetivo, cualquier problema de olores en la sala, frío o mala iluminación lastrarán el resultado del acto.

Centrarse en las mismas personas

Antes se ha dicho que no hay que evitar la mirada del público. Pero eso no quiere decir que haya que situar siempre los ojos sobre las mismas personas. Además de generarse una situación incómoda se corre el riesgo de que el resto del público sienta que no es importante.

No ser coherente

Cualquier dueño de una pyme incluso un autónomo no puede cometer el error de ser incoherente con lo que trata de trasmitir.

La actividad gestual debe acompañar siempre al mensaje

No se puede tratar de vender nuestras virtudes con una actitud triste y huidiza. Y, por el contrario, si se está contando un episodio negativo se deben evitar las bromas.

Descuidar el movimiento gestual

 Todo, absolutamente todo, influye en la recepción de un mensaje. Y dentro de ese todo, el cuerpo es un factor que conduce al éxito o al fracaso. Para asegurarnos lo primero hay que huir de poses como cruzarse brazos, meterse las manos en bolsillos o sentarse detrás de una mesa, que lo único que logran es bloquear los movimientos del cuerpo. El truco para hablar en público es hacer justo lo contrario. Las manos deben utilizarse para enfatizar lo que se trata de comunicar y lo mismo ocurre con el resto del cuerpo.

Pasarse de gracioso

Una cosa es ser ameno y otra lanzarse a rivalizar con los monologuistas del Club de la Comedia, ya que se corre el riesgo de que nadie nos tome en serio. Una broma no está nada mal. Más no, salvo que usted sea un humorista consumado. Además, habrá que asegurarse que dicha broma hace gracia. Si no se quedará como alguien que se pasa de listo, un defecto que el público odia. Leer un discurso No llevar un discurso memorizado es una equivocación, ya que la lectura no genera emoción alguna en el público actual. Además, con ello se pierde la personalidad de la que se tiene que nutrir siempre cualquier actividad relacionada con la oratoria.

Recurrir con asiduidad a las muletillas

Bueno, esto saben lo que les quiero decir, etc. Todos ellos son recursos que no aportan nada y que generan malestar en el público hasta el punto de que si se recurre en demasía a los mismos se logrará que los que nos escuchan estén más atentos a las muletillas que al mensaje.

Dar demasiada importancia al aspecto visual

Muchos oradores piensan que las presentaciones informáticas (en PowerPoint por norma general) son imprescindibles en la actualidad. Vaya por delante que esto no debe ser así siempre, ya que una buena oratoria hace innecesario un apoyo visual. Pero en caso de que se recurre a la presentación se le debe dar el valor de mero apoyo visual para enfatizar el mensaje. Recuerde que el protagonista del acto es siempre el que está de pie hablando de su nuevo negocio.

No prever las preguntas

En caso de abrir un turno de preguntas tras la exposición, no se debe cometer el error de no preparárselo. El emprendedor debe saber qué es lo que le pueden preguntar para tener lista una respuesta acorde. De lo contrario, todo lo ganado durante el discurso puede perderse con un par de respuestas ambiguas, o carentes de sentido. 

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