09 jul 2012

La internacionalización en Brasil tiene sus riesgos

Es el quinto país del mundo por número de habitantes (205 millones) y la octava economía por volumen de PIB, también es el país organizador de Juegos Olímpicos en 2016. En 2010, cuando la crisis financiera azotaba a las principales economías del mundo, Brasil sorprendió a todos con un crecimiento del 7,5%.  Desde ese momento estar en Brasil se convirtió en el reto de muchas empresas internacionales, incluidas las españolas.

Como también sucede con China, el atractivo de su mercado interior es demasiado dulce como para hacerle ascos, pero a diferencia de lo que se sucede con el país de la Gran Muralla,  muchas compañías españolas piensan que las barreras como el idioma o las costumbres de negocios no son tan altas. La realidad es que invertir en Brasil requiere más estrategia de lo que se puede pensar en un primer momento. No es barato y las advertencias sobre el recalentamiento de su economía cada vez suenan con más frecuencia.

"¿Qué se puede pensar de un país donde la valoración de un hotel  está por encima del que tendría un establecimiento similar en Nueva York?", se preguntaba hace poco tiempo Maite Ballester, la directora del fondo de capital riesgo británico 3i.

En 2011 el Gobierno de Dilma Rousseff tuvo que introducir medidas económicas ante los signos de calentamiento de la economía, penalizando incluso la entrada de capital externo. Todo ello no significa que haya que olvidarse de Brasil, pero como hace 3i y  otros grandes fondos como Mercapital o Altamar P.E hay que analizar los riesgos e ir con pies de plomo.  Estos fondos de inversión son conscientes del potencial del país, pero también de las dificultades que implica implantarse allí.  Las más destacadas serían:

No es una aventura barata

Los aranceles y costes de importación están entre los más altos del mundo. Además, hay que añadirle otros "cargos" informales derivados de un exceso de burocracia y problemas relacionados con la corrupción (ocupa el puesto 75 en el índice de Transparencia Internacional).

Por otra parte, con una tasa de paro de apenas el 6%, los recursos humanos tampoco son baratos. Aunque los primeros contactos comerciales se pueden hacer a través de un socio local, tener una filial propia con equipo local es fundamental. Tampoco es viable implantarse en Brasil con personal extranjero.

La complejidad fiscal y la excesiva burocracia sólo puede ser gestionadas con éxito con gente que conozca muy bien el sistema y como sortear todo tipo de trabas.

Se necesita paciencia

Brasil no es uno de esos lugares donde se puede llegar hacer un negocio rápido y plegar velas.  Los análisis de riesgo país estiman que el retorno de una inversión no se recupera antes de tres o cuatro años.

Entre otras cosas porque los negocios deben estar enfocados a satisfacer la demanda interna y hacerse hueco dentro un mercado nacional lleva su tiempo. Utilizar Brasil como centro de operaciones de una actividad exportadora no es un buen consejo por las altas cargas impositivas sobre las importaciones.

Incertidumbres

En julio de 2011, la moneda local (el real) alcanzó los 1,567 dólares, el nivel más alto en 12 años. La intervención del Gobierno para frenar ese recalentamiento fue inmediata e implantó  un impuesto a los derivados cambiarios.

Este tipo de medidas, tomadas por sorpresa, pueden tener un fuerte impacto en la planificación de cualquier negocio instalado en el país. Y es, por tanto, un riesgo a tener en cuenta. Como también lo es la posibilidad, cada vez más real según los expertos, de un estallido de la burbuja inmobiliaria similar al ocurrido en España.

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