08 ene 2023

Arranca el mandato de Lula

Lula da Silva tomó posesión el pasado 1 de enero como nuevo presidente de Brasil, arropado por más de 300.000 personas. En su discurso de investidura el líder del Partido de los Trabajadores ha sido muy crítico con el expresidente Jair Bolsonaro, cuyo mandato califica de desastroso, tras acusarle de haber "esquilmado los recursos" del país.

Lula, que asume el poder por tercera vez tras gobernar dos períodos consecutivos entre 2003 y 2010, hereda un país muy dividido ideológicamente y golpeado por una crisis económica y social. Entre sus prioridades figuran la lucha contra la pobreza y las desigualdades de todo tipo, la reconciliación política y el impulso a políticas ambientales que frenen la destrucción de la Amazonia. También ha señalado que investigará la gestión de la crisis sanitaria, que ha calificado de “genocidio”. Casi 695.000 personas murieron en Brasil a causa del covid. En política exterior, el objetivo del nuevo presidente es impulsar la integración en América Latina a través del Mercosur y de la revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur,) poniendo fin al aislamiento internacional del país de los últimos años.

Primeras medidas

A las pocas horas de la investidura, Lula ya había revocado algunas de las normativas más polémicas del expresidente Bolsonaro y había firmado un total de trece decretos. En primer lugar, ha reactivado el llamado Fondo Amazonía y ha revocado el decreto en el que se ampliaban las licencias para la explotación de recursos minerales en la región amazónica e incluso en las tierras indígenas. También ha revocado los procesos de privatización de ocho empresas estatales, entre ellas Petrobras y Correos, iniciados durante la administración de Jair Bolsonaro. La dirección de Petrobras se encomienda al senador Jean Paul Prates, que en sus primeras declaraciones ha anunciado cambios en la política de precios de la petrolera –que actualmente fija los valores de los combustibles en función de una paridad con el precio internacional del barril. Los mercados no tardaron en reaccionar y las acciones de la petrolera se desplomaron el lunes 2 de enero, arrastrando al principal índice de la Bolsa de Sao Paulo a una caída de más del 3%. En materia de armas, Lula ha ordenado un nuevo registro del armamento adquirido por civiles en los últimos cuatro años y que se cree un grupo de trabajo dedicado a definir una nueva política de desarme.

Asalto al Congreso

El pasado 8 de enero varios miles de partidarios del expresidente Bolsonaro asaltaron los edificios del Congreso, el Tribunal Supremo y el palacio presidencial, aparentemente en un intento de forzar la intervención de las fuerzas armadas para anular la victoria de Lula, que consideran fruto de unas elecciones fraudulentas. Aunque el ejército restauró el orden en pocas horas, el ataque, que recuerda inevitablemente el asalto al Capitolio de los EEUU, pone de manifiesto la polarización de la sociedad, la persistencia y capacidad de convocatoria de estos grupos extremistas, y los problemas de seguridad de las instituciones políticas y judiciales. Es posible también que en determinadas instancias de la administración (policía, administraciones locales) haya cierta connivencia con estos movimientos. Los repetidos ataques de Bolsonaro contra las elecciones y las instituciones del Estado han generado un ambiente de desconfianza, propicio para estos ataques antidemocráticos, aunque no los haya instigado directamente.

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