29 may 2022

Difícil posición

La invasión de Rusia a Ucrania no solo ha afectado a los países involucrados de forma directa, sino que ha tenido enormes repercusiones a nivel regional.

En concreto, destaca el caso de Georgia, un país que comparte ciertos paralelismos con Ucrania. Ambos han reorientado su política exterior buscando una mayor aproximación hacia Occidente, ambos han expresado su intención de unirse a la OTAN y ambos mantienen disputas territoriales con regiones secesionistas apoyadas por Moscú. Así pues, no se puede descartar la posibilidad de que Georgia sea el siguiente país sobre el que Moscú quiera imponer su soberanía. Quizás por ello sorprende más la tibieza con la que las autoridades georgianas han respondido a la agresión rusa. Tiflis no ha apoyado las sanciones impuestas por el bloque occidental y tampoco ha cerrado su espacio aéreo a Rusia. Sí que condenó, sin embargo, la invasión rusa en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU, a comienzos de marzo. Además, de forma paralela, solicitó acelerar su proceso de adhesión a la UE, al igual que hicieron Moldavia y Ucrania, también a comienzos de marzo. Las evidentes contradicciones en la postura georgiana responden, en parte, a los posibles temores de que Rusia pueda instigar las tensiones separatistas en las regiones de Osetia del Sur y Abjasia. En concreto, las autoridades de Osetia han anunciado que pretenden celebrar un referéndum de adhesión el próximo mes de junio, pese a que el portavoz ruso, Dimitri Peskov, anunció que la consulta no recibía el respaldo de Moscú.

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