02 may 2022

El programa Auxilio Brasil será permanente

La Cámara de los Diputados de Brasil aprobó, el pasado 27 de abril, una medida que convierte en permanente el Auxilio Brasil, el programa de ayudas sociales impulsado por el Gobierno de Jair Bolsonaro y que inicialmente sólo se extendía por este año. Por 418 votos a favor y 7 en contra, el texto recibió la luz verde de la Cámara Baja que ahora tendrá que ser analizado por el Senado pero todo apunta a que saldrá delante.

Como se recordará, en noviembre de 2021, con la mirada puesta en la reelección, Bolsonaro impulsó la aprobación de la iniciativa Auxilio Brasil, que sustituyó a la Bolsa Familia tras 18 años de vigencia. Esta nueva política de distribución de subsidios elevó el total de familias beneficiadas de 14,5 a 17 millones y aumentó en un 20% el importe concedido en el programa anterior, hasta una prestación media de 400 reales mensuales por familia (unos 70 dólares).

Una financiación controvertida

Su financiación generó duras críticas por parte de la oposición ya que el Ejecutivo recurrió  para ello a una serie de malabarismos fiscales. La Reforma a la Constitución del Precatório (PEC 23/21), por una parte, modificó la manera de calcular el techo fiscal lo que penaliza la disciplina fiscal y, por otra, permitió posponer el pago de los “precatorios”, que son los pagos de deudas gubernamentales que nacen de una orden judicial relacionados con cuestiones fiscales, salarios o cualquier otra acción legal en la que el Gobierno haya sido condenado. Parte de estos pagos podrán, por tanto, posponerse a los años siguientes, pero con el año 2026 como fecha límite. Con estos cambios se abrió un espacio fiscal de 106.000 millones de reales (unos 18.800 mill.$) pero muchos analistas han alertado del riesgo de un efecto de “bola de nieve”. El Tesoro estima que los juicios en curso podrían resultar en deudas de hasta 1 billón de reales (unos 176 mill.$) en los próximos años. A ello se sumarán todos los precautorios que se van a ir retrasando desde hoy hasta 2026, año en el que el Estado se enfrentará a un volumen muy preocupante de deudas, todavía difícil de estimar. La decisión de la semana pasada de convertir Auxilio Brasil en permanente agrava estos problemas.

Preocupante desequilibrio fiscal

No sorprende, por tanto, que las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda hayan vuelto a golpear a la economía brasileña. La deuda pública es la más alta de todos los países emergentes y la que crece a mayor ritmo. Desde 2014 ha crecido prácticamente todos los años y en 2021 ya se situó en un 93%, tras aumentar notablemente a causa de la pandemia. Es verdad que la gran mayoría está denominada en reales y contraída a largo plazo. Esta estructura minimiza su sensibilidad frente a la depreciación de la moneda, y mitiga de forma significativa el riesgo de impago o de que se produzca una crisis de deuda. Además, en torno al 25% está en manos del Banco Central, lo que reduce el riesgo de refinanciación. Brasil perdió el grado de inversión tras sufrir varios ajustes entre 2015 y 2018. Actualmente, su calificación se sitúa tres niveles por debajo del grado de inversión, que es baja teniendo en cuenta su sólida posición exterior. La debilidad de las finanzas públicas, la elevada deuda pública y la falta de compromiso del Ejecutivo con la consolidación presupuestaria son los factores que pesan sobre su rating.

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