20 nov 2022
Implosión económica
El PIB de Myanmar se contrajo un 18% en 2021 y se espera que lo haga cerca de un 4% en 2022.
Desde el golpe de estado de febrero de 2021 el país ha entrado en una espiral de incertidumbre política, endurecimiento de las condiciones financieras y de deterioro de las perspectivas de difícil solución. Si bien es de esperar que se registre ya por fin un crecimiento del 3-4% en 2023, las presiones sobre la renta disponible se intensificarán debido a las crecientes tensiones de precios. Los datos recientes muestran que la inflación ha aumentado hasta casi el 20%, impulsada principalmente por el incremento de los precios de la energía y los alimentos. Esto se ha visto agravado por la importante depreciación de la moneda, con una caída del kyat del 33% interanual. El banco central no ha aumentado los tipos de interés, manteniendo el tipo de interés oficial en el 7% desde finales de 2020, algo que parece insostenible. Para evitar más salidas de sus limitadas reservas de divisas, el gobierno ha prohibido o limitado severamente las importaciones de artículos de lujo, como coches, combustible, aceite de cocina y productos farmacéuticos. Además, quienes se dedican a la importación y exportación dentro de Myanmar se ven obligados a convertir sus ingresos en dólares en moneda local a un tipo por debajo del establecido en el mercado local. Algunos líderes empresariales han citado las medidas draconianas y antieconómicas del banco central como elemento fundamental para impedir que mantengan sus operaciones en el país. Si a eso añadimos las presiones políticas externas adicionales sobre las empresas para que no continúen sus operaciones bajo el régimen militar, las empresas siguen saliendo del país.