16 ene 2022

La revolución que no fue

Kazajstan, un país poco acostumbrado a la inestabilidad política, vive un turbulento e incierto arranque de año.

El 1 de enero el precio del gas natural licuado, usado mayoritariamente por los coches, se duplicó como consecuencia del fin del sistema de subsidios que aplicaba el gobierno hasta ese momento. Ello desató la indignación ciudadana que salió a las calles a protestar por la subida. En cuestión de días las demandas escalaron pidiendo la dimisión del expresidente Nazarbayev. Recordemos que el mandatario abandonó el cargo de presidente del país en 2019 y fue Tocayev, que entonces era presidente del Senado, quien le sustituyó. No obstante, Nazarbayev seguía al frente del Consejo de Seguridad Nacional, lo que, en la práctica, le confería la mayor parte de las responsabilidades. La población, pues, tomó las calles de las principales ciudades al grito de “Viejo vete ya” al tiempo que vandalizaron estatuas y avenidas. El presidente Tocayev, consciente de que la situación se había descontrolado, asumió el poder del Consejo de Seguridad Nacional, declaró el Estado de emergencia y solicitó la asistencia militar de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Se trata de una estructura político-militar liderada por Rusia a la que pertenecen otras exrepúblicas soviéticas como Bielorrusia, Armenia o Kazajstán, por la que los países miembro se comprometen a defenderse militarmente en caso de amenaza externa cuando uno de ellos lo solicite. Así pues, para justificar la intervención extranjera, el presidente anunció que entre los protestantes había 20.000 terroristas extranjeros perfectamente organizados. Pese a que parece poco probable que 20.000 terroristas hubiesen pasado desapercibidos para el aparato de seguridad kazajo, lo cierto es que al declarar el estado de emergencia clausuraron internet, lo que hizo que la narrativa oficial fuese también la única disponible. Las tropas extranjeras, un total de 3.500, reprimieron a los manifestantes con rapidez y, pese a que aún no se ha levantado el estado de emergencia, la calma ya ha vuelto a las calles. Ahora el escenario político kazajo resulta bastante incierto pero lo que parece bastante claro es que Tocayev y su política de aproximación a Rusia han sido los claros vencedores, lo que sin duda afianza a Putin en la región.

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