Nueva regulación de la inteligencia artificial

Tras más de treinta y seis horas de negociación (una de las más largas que se recuerdan), los Estados miembro han declarado estar satisfechos con el resultado. La nueva regulación, que no entrará en vigor hasta 2026, aspira a controlar los peligros de esta nueva tecnología, que traerá consigo importante avances pero también entraña numerosos riesgos. Precisamente, los miembros del club comunitario han apostado por redactar la nueva normativa siguiendo un enfoque basado en el riesgo. Así pues, los distintos tipos de IA se clasificarán en cuatro categorías en función de su nivel de peligrosidad, desde riesgo mínimo, alto riesgo, transparencia específica (donde estarían los asistentes como Chat GPT o Bard, la IA de Google) y riesgo inaceptable. Además, se va a exigir a los sistemas de inteligencia artificial generativa cierto grado de transparencia, así como la obligación de declarar si la IA ha intervenido en la generación de textos u obras de arte. Se prohíbe directamente el uso de algunos tipos de IA, como los sistemas de vigilancia biométrica, por atentar contra los derechos fundamentales de la UE. Por último, se establece un sistema de sanciones, que varían entre un porcentaje de la facturación de la empresa infractora a multas incluso mayores. Se trata de una regulación totalmente innovadora que, además, va a estar en constante evolución a medida que se vayan descubriendo nuevos usos de esta tecnología. La UE busca, también, convertirse en referente mundial en este terreno, como ya ocurriera con el Reglamento General de Protección de Datos que, finalmente, se ha convertido en estándar global.