19 dic 2021

Recesión técnica

La economía brasileña se contrajo un 0,1 % en el tercer trimestre del año frente al segundo, con lo que el país entró en "recesión técnica" por encadenar dos trimestres seguidos de crecimiento negativo, afectada principalmente por problemas climáticos, que desplomaron la producción agropecuaria.

Los analistas coinciden en que se trata de un revés puntual provocado principalmente por el desplome del sector agrícola y la consecuente caída de las exportaciones de alimentos, ya que tanto el consumo de las familias como el sector servicios, principales motores de la economía de Brasil, registraron crecimiento en el período. La producción agropecuaria se desplomó un 8 % en el tercer trimestre por las intensas heladas que el país sufrió en junio y julio tras una larga y grave sequía a comienzos del año. Esos factores causaron un desplome en la cosecha de productos como café (-22,4 %), algodón (-17,5 %), maíz (-16,0 %), naranja (-13,8 %) y caña de azúcar (-7,6 %). A ello se suma el problema energético. La sequía ha dejado en mínimos los niveles de las presas de las hidroeléctricas, mayores fuentes de energía del país, lo que redujo la generación y obligó al país a recurrir a otras fuentes, más costosas, para evitar un apagón.

Perspectivas económicas

La OCDE prevé que el PIB crezca un 1,4% en 2022 y un 2,1% en 2023 de acuerdo a las previsiones que ha publicado este mes, en la misma línea que las del FMI de octubre. El Banco Central es menos optimista y acaba de recortar las previsiones para 2022 hasta el 1,0 %, la mitad del 2,1 % de su proyección anterior. Esta ralentización del crecimiento a corto plazo obedecería a varios factores. En primer lugar, como no, persisten los riesgos de la crisis sanitaria. La aparición de nuevas variantes del virus como ómicron, que viene acompañada de un repunte de contagios, podría indudablemente menoscabar la recuperación económica. A ello se suma, el cambio en las condiciones financieras tanto locales como internacionales. Se prevé que el endurecimiento de la política monetaria del Banco Central continúe en 2022, con el fin de frenar el aumento de los precios y de mantener ancladas las expectativas de inflación. Además, la previsible normalización también de la política monetaria por parte de la FED puede favorecer una salida de capitales hacia mercados menos riesgosos (como es EE.UU.), presiones depreciatorias sobre el real brasileño y nuevos aumentos de los precios. Tampoco se puede descartar un aumento de las primas de riesgo si se agravan las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública. Todo ello incrementará el coste del servicio de la deuda. Por último, la incertidumbre electoral supone un riesgo añadido especialmente en el frente fiscal ya que, previsiblemente, no se van a aplicar las necesarias medidas de consolidación este año (electoral) al tiempo que se suman las dudas sobre la postura del nuevo gobierno en materia fiscal.

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