22 may 2022

Reformar el Protocolo

La ministra de exteriores británica, Liz Truss, encargada de las negociaciones para el Brexit anunció la semana pasada ante la Cámara de los Comunes la intención del gobierno británico de modificar el Protocolo de Irlanda del Norte.

Londres trata, una vez más, de vulnerar unilateralmente el Acuerdo para el Brexit firmado por el actual primer ministro Boris Johnson en diciembre de 2020, pese a que considera que eso no va en contra de la legalidad internacional. La nueva legislación que está preparando y cuya implementación estaría lista para el próximo verano, trataría de mejorar el movimiento de mercancías entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido que, actualmente, tiene que pasar controles fronterizos. Londres propone un “corredor verde” para las mercancías que, procedentes de Reino Unido, tengan como destino final Irlanda del Norte para así evitar los retrasos comerciales. Además, el gobierno británico quiere que no sea el Tribunal de Justicia Europeo quien dirima sobre los asuntos que afectan al protocolo y quiere recuperar la capacidad de decisión sobre los impuestos sobre el valor añadido que se aplican en el Ulster y que, actualmente, decide Bruselas. Si bien la UE ha reconocido que, efectivamente, existe un margen para la negociación, las propuestas que envió el equipo negociador europeo en octubre del año pasado cayeron en saco roto y las negociaciones volvieron a enquistarse. Ahora Londres vuelve a la carga con las mismas demandas. Más allá del hecho de que el gobierno de Boris Johnson conocía los pormenores de la aplicación del acuerdo y pese a ello eligió salir de la unión aduanera europea, llama la atención el momento escogido para provocar de nuevo el enfrentamiento con Bruselas. Por un lado, el resultado de las elecciones en Irlanda del Norte con la victoria por primera vez en la historia de los nacionalistas de Sinn Féin y los unionistas amenazando con bloquear la formación de gobierno en el Ulster si no se modifica el acuerdo. Por otro lado, el ala dura del partido conservador que reclama a Johnson una ruptura radical con la UE. Por último, la propia figura del primer ministro, muy cuestionada, y con la popularidad en mínimos tras los escándalos de las fiestas. Vale la pena plantearse si, quizás, el Ejecutivo británico recurre de nuevo a la baza del Brexit y las negociaciones con Bruselas en vez de hacer frente a los problemas internos que tiene.

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