El pasado 31 de agosto quebró la naviera surcoreana Hanjin, la séptima mayor del mundo, tras soportar cinco años de pérdidas. La noticia ha sido
calificada por representantes de la industria como: "una gran bomba nuclear que sacude la cadena de suministros". Y aunque no ha tenido tanta repercusión mediática, son muchos los que ya la comparan con la caída de Lehman Bothers. Los bancos acreedores de Hanjin se han negado a refinanciar su deuda y durante todo el mes de septiembre unos 80 barcos de esta naviera han estado navegando sin rumbo por los océanos ya que no hay nadie que se haga cargo de los costes de atraque en los diferentes puertos de destino. Los retrasos en las entregas de estas mercancías han provocado que muchos clientes recurran a los seguros que tenían contratados para cubrir estas incidencias y esto ha disparado la alarma el sector financiero con seguros que cubren al sector de transporte marítimo. El sector marítimo mundial lleva años acusando la caída generalizada del consumo mundial que ha dejado casi varados a muchos de los buques que se construyeron en la época de bonanza. La quiebra de la naviera surcoreana puede ser la pieza clave en un complejo dominó de compañías, bancos y aseguradoras que en los últimos años han acumulado cuantiosos impagos por los problemas de este sector. En Alemania, una caja ya ha tenido que ser rescatada por este motivo y el Banco Central Europeo ha instado a otras tres entidades financieras a poner en marcha un banco malo en el que aparcar estos activos tóxicos y evitar nuevos problemas de capital. Pero detrás del desastre financiero mundial que puede haber desatado este evento, están los problemas mucho más ligados a la economía real. Con el hundimiento de Hanjin se ha roto la cadena de suministro y muchos de los pedidos que empresas occidentales habían hecho para satisfacer la demanda de consumo del Black Friday o de Navidad pueden no llegar a tiempo. Algunos puertos, como el de
Algeciras han anunciado que van a permitir a los barcos de Hanjin puedan atracar, aunque también han confirmado que en los primeros días de septiembre ya habían registrado un descenso del 4% en el tráfico de sus instalaciones. La naviera surcoreana tiene de plazo hasta el 25 de noviembre para presentar un plan de reestructuración, pero ese plazo para algunos puede llegar demasiado tarde. Los esfuerzos por reconducir la situación están llegado tanto del propio presidente de la naviera
Cho Yang-ho quien, según informó la agencia EFE, ha aportado de sus activos personales 40.000 millones de wones (31,8 millones de euros, 35,7 millones de dólares) para «solucionar el problema». Además, Korean Air, la empresa matriz de la naviera ha anunciado la intención de inyectar 60.000 millones de wones (47,7 millones de euros) para cubrir las necesidades de la compañía en forma de préstamo. A pesar de esto, la inyección de liquidez planteada por el presidente «probablemente llevará tiempo, ya que es parte de un proceso largo», explicó la representante de Hanjin Shipping. Un tiempo del que no todos disponen. Por ejemplo, la empresa
japonesa Fujitsu acaba de anunciar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que afectará a 380 trabajadores de los 500 empleados con los que cuenta en su planta de producción de Málaga. El motivo esgrimido por la compañía es la falta de suministros provocada por la caída de Hanjin. Es solo un ejemplo de los muchos que pueden sucederse tanto en España como en el resto del mundo. Por eso, si su compañía estaba esperando algún cargamento de mercancía lo más recomendable es que, por si acaso, piense en maneras alternativas de satisfacer las demandas de sus clientes en dos momentos clave e inminentes de consumo.