Reestructuración del mercado de la energía

La contienda ha provocado un drástico encarecimiento de todos los tipos de combustibles fósiles. Además del aumento de la cotización del petróleo, los precios tanto del gas como del carbón alcanzaron máximos históricos en el último año. Este shock podría provocar, según la IEA, que más de 75 millones de personas en el mundo no puedan pagar los servicios de electricidad en los próximos meses. En el lado positivo, la crisis energética está incentivando el despliegue de renovables y, según las últimas previsiones, la inversión en energía limpia podría superar los 2 trillones de dólares al año en 2030. En consecuencia, se estima que la demanda de los distintos tipos de combustibles fósiles alcanzará su techo a lo largo de esta década. Gracias a ello, las emisiones de C02 a nivel mundial comenzarán a descender a partir de 2026, varios años antes de lo previsto. El informe destaca, además, que no hay evidencias sólidas -como señalan algunas investigaciones- que demuestren que las políticas climáticas y el compromiso con la neutralidad de carbono estén aumentando los precios de la energía. Al revés, los estudios realizados por la IEA indican una fuerte correlación entre el despliegue de renovables y el abaratamiento de la electricidad. Cabe destacar, por último, la notable pérdida de influencia de Rusia en el mercado energético mundial. La IEA considera extremadamente difícil que Moscú recupere los niveles de exportación de combustibles fósiles registrados antes de la invasión. Más bien al contrario, no descarta que la cuota de mercado del país eslavo en el sector de los hidrocarburos descienda al 13% en 2030, casi la mitad con respecto a 2021. Este espacio será ocupado, principalmente, por los países de Oriente Medio y por Estados Unidos.