19 feb 2020

China ha superado a EEUU como gran potencia comercial del mundo

En el año 2000, EEUU comerciaba con el 80% de los mercados globales. Pero, al finalizar 2018, sus intercambios eran con el 30%. China, en cambio, lo hace con 128 países.

 

En 2018, el comercio fue el responsable del 59% del PIB mundial, más de 1,5 veces su proporción sobre la economía del planeta en 1980. En el transcurso de estos casi cuarenta años, la relación comercial internacional se ha transformado substancialmente. No sólo en términos de volumen y de composición de los intercambios de mercancías y bienes, sino también en la influencia y el peso que cada mercado ha adquirido en sus relaciones de comercio con otras economías o áreas aduaneras.

En este último asunto, podría sorprender el dato de que China ha sobrepasado a la mayor economía del planeta como potencia comercial dominante. La evolución de este sorpasso en toda regla se aprecia en un gráfico animado que publica el Instituto Lowy, un think-tank con sede en EEUU elaborado a partir de datos procedentes del FMI sobre flujos bilaterales, y en el que queda reflejada la supremacía actual del gigante asiático, que tuvo su punto de inflexión en  la crisis de 2008.

Con anterioridad al cambio de milenio, EEUU ostentaba la hegemonía comercial con intercambios de mercancías con más del 80% de los países del planeta. Muy por encima del número de socios comerciales que tenía entonces China. Pero, al término de 2018, el panorama se ha invertido. El gigante asiático comanda el ranking de diversificación de mercados con 128 de las 190 naciones que configuran el mapamundi global. Frente al 30% al que cayó la cuota de mercados exteriores en EEUU a la conclusión de 2018.

Los investigadores del estudio ponen como hito histórico del estatus de superpotencia comercial de China su entrada en la OMC, en 2001. Fue el gran detonante que sacó al gigante asiático de su, hasta entonces, ostracismo. Entre 2005 y 2010, protagonizó una oleada masiva de relaciones comerciales, especialmente hacia mercados africanos y asiáticos. Con el paso del tiempo, el peso chino es abrumador. En medio de la larga, dramática e impredecible batalla arancelaria que han emprendido las dos grandes superpotencias económicas en la actualidad.

Competidores en casi todos los sectores, pero también socios comerciales que se han beneficiado del creciente flujo de mercancías, servicios e inversiones en sus balanzas bilaterales. De ahí que negocien desde mediados de 2018 para concretar una entente cordiale, un armazón contractual que les sirva para potenciar de nuevo todo su músculo comercial, tal y como afirman los autores del informe.

En el Instituto Lowy inciden en que el 62% de los americanos considera que las relaciones con el gigante asiático en materia comercial están regidas por la competencia desleal. Pero alertan del enorme efecto que las hostilidades arancelarias han ocasionado sobre la libre circulación de los intercambios comerciales, las carteras de capitales transnacionales y, suma, sobre la coyuntura económica global. Y lo ilustran con el siguiente gráfico, que ayuda a entender el gran calado de la guerra comercial. Efectos que instituciones multilaterales como el Banco Mundial, acaban de anticipar que sus tentáculos se presenciarán aún, no sólo en 2020, sino en el próximo ejercicio.

A pesar de la incertidumbre que seguirá dominando los mercados internacionales, China elevará todavía más su peso exterior, explican en el Instituto Lowy. Entre otros factores porque continúa financiando megaproyectos de infraestructuras y adquiriendo industrias y firmas relacionadas con las materias primas en África, Asia y América Latina, en mucha mayor dimensión de la que lo hacen sus grandes rivales comerciales y económicos, y porque iniciativas como One Belt, One Road, la Nueva Ruta de la Seda, planeada por Pekín hasta 2049, están avanzando a un ritmo más que frenético.

Sólo en 2019, las compañías chinas han firmado contratos por un valor superior a los 128.000 millones de dólares en obras de infraestructuras en mercados exteriores cada vez más numerosos. La construcción de autopistas y puertos resulta aún beneficioso para los bancos y firmas de financiación chinas, mientras el OBOR ha servido para abrir nuevas rutas comerciales, pero también para generar nuevas necesidades crediticias y para consolidar mercados.

En varios think-tanks se hace hincapié en que estos planes de atracción comercial y de cooperación en el exterior han consolidado e impulsado el sector exterior chino en el último año. Hasta el punto de amortiguar la ralentización por las subidas arancelarias en EEUU. Diversificación de ingresos y de comercio. A través de la renovación de las redes de infraestructuras, que están cambiando y transformando los flujos comerciales. Y, en este aspecto, China ha cimentado también su papel protagonista y dominante para los próximos ejercicios.

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