23 sep 2019

Cómo detectar a un empleado tóxico y qué hacer con él

Es uno de los problemas más complicados que suele afrontar una empresa pero, también, mucho más común de lo que parece. Y es que contar con uno o más trabajadores que contaminan al resto de plantilla por su actitud o por sus comentarios puede derivar en algo de extrema gravedad si no se ataja a tiempo, como enfrentamientos entre compañeros, mala gestión de la relación con otros stakeholders o pérdida de la credibilidad y la reputación de la entidad en su sector. Sin embargo, también es frecuente que una compañía no haga nada ante este tipo de empleados, ya que prefiere convivir con una manzana podrida a querer reconocer (y analizar) que algo ha fallado en el proceso de selección de personal y en su posterior contratación. A la larga, siempre será mejor tomar medidas disciplinarias contra este tipo de personas, recibiendo el asesoramiento profesional adecuado de un consejero legal. Aunque pueden existir más perfiles, los tres más destacados en relación con los trabajadores tóxicos son:

El agitador

Le gusta crear problemas entre compañeros pero siempre estando desde una posición colateral, como intermediario o falso amigo. Los cotilleos y los chismes son sus armas preferidas, que maneja para generar malestar en la plantilla, procurando que cada vez se involucren más personas para que así se trabaje menos. El modo más efectivo de detectarle es hablar personalmente con cada miembro del equipo involucrado hasta intentar rastrear la fuente. Una vez identificado el agitador, se intentará averiguar el motivo por el que se ha iniciado el proceso y, en caso de que desde la empresa se observe que puede volver a reproducirse, habrá que plantear su despido.  

El intocable

Ha establecido una relación muy próxima con uno de los socios o directivos principales de la empresa, lo que le hace erigirse frente a los demás como alguien poderoso. De este modo, termina por extralimitarse en sus funciones, lo que genera malestar interno y puede transmitir una imagen distorsionada de la compañía. Una vez se identifique el comportamiento sospechoso de uno de los trabajadores, habrá que iniciar un procedimiento para averiguar las causas y, en el caso de contar con el beneplácito de alguien con poder en la entidad plantear dentro del Consejo la situación. Si es insalvable, el resto de socios habrán de tomar una decisión definitiva como, por ejemplo, comprar su paquete accionarial para poder prescindir de ambas personas.  

El renegado

Decide actuar por libre y no respetar las reglas internas de la compañía. Si no se gestiona rápida y eficazmente este tipo de actitudes, otros trabajadores pueden decidir imitar su ejemplo, generando un mal ambiente que puede incluso poner en serio riesgo la supervivencia de la entidad. La única manera de acabar con este tipo de comportamientos es abriendo un proceso de investigación que detecte las causas y sirva para establecer mecanismos de recursos humanos más eficaces. Normalmente, no hay otra solución en el largo plazo que prescindir de este tipo de empleados. 

Mecanismos para detectarlos de manera automática

  • Realizar evaluaciones periódicas de los trabajadores de acuerdo a los valores de cultura organizacional que se hayan determinado. Incluir siempre entrevistas personales en las que escuchar de primera mano lo que tiene que decir cada miembro y así se destaque su importancia para la entidad.
  • Definir kpis que midan la evolución en la productividad de cada trabajador a lo largo del tiempo, marcando hitos clave según haya ido progresando dentro de la empresa. Los malos empleados normalmente nunca incrementan su productividad, aunque se les mejoren sus condiciones económicas o laborales.
  • Establecer con los stakeholders líneas de comunicación abiertas y de confianza para que puedan hacernos llegar cualquier sospecha de un comportamiento inadecuado por parte de nuestros empleados. El departamento de recursos humanos debe jugar un papel muy importante en este ámbito.

¿Es posible reconducir a un empleado tóxico?

En la actualidad y gracias a la tecnología, las empresas pueden intentar al menos evitar el despedido de un mal trabajador mediante herramientas que mejoren su integración con los valores de la entidad. En este sentido, el elearning, por ejemplo, puede tener un gran valor para desarrollar cursos que transmitan a esa persona qué significa trabajar en esa compañía y lo que aporta a la sociedad. También se le puede explicar el valor del servicio que presta o hasta dónde puede llegar con un buen desempeño profesional. Otro mecanismo que cada vez se utiliza más es el mentoring, es decir, involucrando a alguna de las personas con mejor reputación y conocimiento dentro de la organización para que tutele y acompañe al trabajador tóxico, dándole consejos y ofreciéndole asesoramiento siempre que lo necesite. De este modo, es factible que su actitud llegue a cambiar, si bien conviene tener cuidado para que no enturbie en ningún modo la relación entre la empresa y su empleado ejemplar.   Si quieres seguir leyendo noticias relacionadas, haz clic aquí.

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