En el informe, CESCE apunta que en 2016 se prevé un crecimiento global modesto, al que se llega tras un lustro de suave pero constante ralentización mundial. Esta desaceleración responde, en buena medida, a las moderaciones del crecimiento de los países emergentes, en particular China, y también al inicio de las subidas de tipos en EE UU tras seis años en cota cero.
En consecuencia, la demanda mundial ha perdido empuje, lo que ha dado lugar a un exceso de capacidad en algunos sectores, sobre todo en las materias primas, y a una consecuente caída de precios. Muchas economías, casi todas en desarrollo, dependen de la exportación de materias primas y, de esta manera, se han visto envueltas de forma repentina en un círculo vicioso de menor demanda, caídas del crecimiento e incremento de los desequilibrios macroeconómicos.
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