08 dic 2025

La firma del acuerdo de paz contrasta con la realidad en el terreno

Los presidentes de República Democrática del Congo y de Ruanda se han reunido en Washington, auspiciados por su homólogo estadounidense Donald Trump, para firmar un acuerdo de paz y un tratado económico con EE.UU.

Hace meses que se gesta esta iniciativa de paz, con el objetivo de poner fin a la violencia que lastra el este de la República Democrática del Congo (RDC) desde hace décadas. En 2025, grupos rebeldes como el M23 han logrado una impresionante expansión territorial en las provincias de Kivu Norte y Sur, una insurgencia extraoficialmente apoyada por Ruanda. En el longevo conflicto interaccionan intereses económicos y tensiones étnicas: se trata de una región muy rica en minerales estratégicos, pero además es refugio de comunidades hutus y tutsis, cuyas profundas divisiones alcanzaron su máximo exponente en el genocidio de Ruanda de 1994. El territorio también sirve de hogar a numerosos grupos armados y antiguos criminales de guerra. Trump ha celebrado vehementemente el acuerdo, lo que contrasta drásticamente con la realidad sobre el terreno. En las últimas semanas, los rebeldes del M23 han continuado su expansión y se han recrudecido los combates: se teme que en las próximas jornadas se puedan hacer con el control de la ciudad de Uvira, lo que les daría salida al inmenso Lago Tanganika. Decenas de miles de civiles han huido a la vecina Burundi, país cuyas tropas están apoyando a las Fuerzas Armadas de la RDC, pero que no participa en las negociaciones de paz. El presidente congoleño, Felix Tshisekedi, y Trump firmaron también un acuerdo de asociación para crear una reserva estratégica de activos de minerales críticos, activos de oro y sitios geológicos inexplorados como parte de un conjunto de acuerdos económicos vinculados al fin de la violencia.

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