14 nov 2021

Presión fronteriza

Miles de inmigrantes procedentes de Irak, Siria y Yemen se encuentran, desde hace meses, varados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia en una maniobra orquestada por Minsk para presionar a la UE.

Sin embargo, a diferencia de otros episodios de instrumentalización de la inmigración como los llevados a cabo por Turquía o Marruecos, en esta ocasión Bielorrusia no forma parte de la ruta de tránsito habitual que utilizan los refugiados, sino que se trata de una ruta creada ex profeso para amenazar la integridad de la UE. Así pues, miles de personas volaron a Minsk bajo la promesa de conseguir una visa de entrada a Polonia y, una vez en la frontera, se han encontrado con un muro infranqueable de más de 12.000  militares que les impedían el paso. Se estima que ha habido más de 30.000 intentos de entrada desde el pasado mes de agosto, más de la mitad en el último mes. Esta maniobra  del presidente bielorruso forma parte de la deriva antieuropea que viene mostrando desde que la UE se negase a reconocer el resultado de las elecciones celebradas en 2020. No obstante, en esta ocasión, se ha producido una clara subida de tono e, incluso, ha anunciado el despliegue de misiles rusos en la frontera o amenazado con cortar el suministro de gas hacia Europa. La OTAN ha mostrado su apoyo al gobierno polaco y Bruselas, por su parte, ha anunciado la imposición de sanciones sobre más de 12 personalidades del régimen, una aerolínea siria y un hotel en Minsk, responsables de orquestar el traslado de los miles de refugiados a la frontera. Más allá de la dramática situación en la que se encuentran los desplazados, Lukashenko está explotando una nueva forma de desestabilización a los países limítrofes europeos que, ante la ausencia de una política migratoria común, probablemente se convierta en una valiosa arma de presión que emplee de nuevo en el futuro. 

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