15 oct 2014

Así son los grandes vendedores

En todas las empresas existe un grupo de personas que están más que acostumbrados a recibir una respuesta negativa a cada una de sus propuestas. Son aquellas que conviven con el no y que, a pesar de ello, siguen intentando en todo momento cambiar esa palabra por un sí. Nos referimos a los vendedores. Ese grupo de trabajadores que tratan de que tu producto o servicio sea adquirido por los demás. Esa área de la empresa es fundamental para obtener ingresos y requiere que sus integrantes sean de una pasta especial. Es necesario que posean dureza mental para ignorar todas las visitas que terminan con resultado negativo que, para su desgracia, suelen ser las más numerosas. Además los vendedores tienen otra característica, que los identifica, la de jugarse su salario a través del sí. Y es que la mayoría de ellos tienen componentes variables en su sueldo, que se determina por las comisiones que logran a la hora de vender los productos de la empresa. Por tanto, estamos ante una sección que necesita que esté integrada por trabajadores especiales y excepcionales capaces de realizar esa difícil labor, que consiste en hacer que los demás quieran gastar su dinero en tu producto o servicio. A los mejores vendedores les unen una serie de características que los diferencian del resto y que mostramos a continuación. Son triunfadores. Los profesionales que trabajan en ventas son los responsables de inventar la mayoría de las mecánicas de juego que se desarrollan en el trabajo. Se trata por tanto de personas para las que su labor diaria es tomada como una afición en la que, como en todo, quieren ganar. Eso es importante, la competitividad del área es fundamental para su buen funcionamiento. Los mejores se preocuparán por obtener siempre más ingresos. Y lo hacen por dos motivos. El primero es el de todos: ganar dinero. Pero el segundo es específico de ellos: quieren triunfar por encima de los demás. En otras palabras: nunca serán los mejores compañeros, pero sí los más indicados para una compañía, ya sea multinacional o una simple pyme comandada por un emprendedor. Viven en otra realidad. Puede que la firma esté pasando por problemas, pero los grandes vendedores son capaces de abstraerse de todos los males y no desmoralizarse. Su truco consiste en centrarse en el trabajo que tienen encima de la mesa y tratar de obtener los mayores beneficios del mismo. Esta característica se contagia al resto de la plantilla, lo que beneficia a la moral global del negocio. Gracias a ellos, todos estarán preparados para afrontar los mayores desafíos. Controladores. Un vendedor odia las sorpresas. Le gusta acudir a cualquier reunión que tenga con todo preparado. Y si para ello tiene que levantarse a las 5 de la mañana y ensayar su mejor sonrisa delante del espejo lo hará sin ninguna duda. Este exceso de celo ante los imprevistos es lo que origina que sean puestos de elevada rotación. Sus ocupantes saltan ante las primeras variables imprevistas y se buscan la vida en otros lugares. Leales. El hecho de que suelan cambiar mucho de compañías no quiere decir que sean personas en las que no se pueda confiar. De hecho es todo lo contrario. Los grandes vendedores son extremadamente fiables y comprometidos con las líneas estratégicas marcadas por la dirección, y con su propio trabajo. Y, lo más importante, son leales a los clientes. Esa fama estereotipada que tienen de ser trabajadores que están constantemente conspirando para llenarse los bolsillos con el dinero de los demás no es cierta. Al menos no lo es en los mejores casos. Los grandes vendedores no tendrán ningún inconveniente en intervenir para resolver cualquier problema que haya podido surgir tras una venta. De hecho, no dudarán en enfrentarse a su propia empresa en busca de obtener el beneficio y la satisfacción de sus clientes externos. Paranoicos. Los vendedores son siempre optimistas. Esta es una condición inherente a esa especie de montaña rusa donde viven constantemente. Pero ese optimismo a menudo se compensa con una buena dosis de paranoia. Y es que los grandes profesionales de este sector se están constantemente haciendo preguntas: ¿cómo puede salir mal? ¿qué puede fallar? ¿cómo convencer al cliente? Todas esas cuestiones llevan a que sean personas paranoicas, capaces de hacer columnas en las escriben lo bueno y lo malo de cada propuesta. Desde fuera esa forma de trabajar se ve cómo  estrafalaria. No lo es. Se trata de un método de trabajo que es fundamental para conseguir el ansiado sí. Aunque esa palabra llegue en la visita o en la llamada 50. En definitiva, estamos ante unas personas que basan más de la mitad de su éxito en una gran fuerza mental, que es capaz de resistir todo. Si alguna de ellas forma parte de su plantilla, evite que se le escape. Son difíciles de encontrar.

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