07 jul 2016

Claves para hacer negocios en Eslovaquia

Este mes de julio, Eslovaquia asume, por primera vez en su historia, la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Todo un reto para esta antigua república soviética de poco más de cinco millones de habitantes (apenas el 1% de la población europea). El reto llega en medio de una coyuntura muy incierta marcada por la decisión de los ciudadanos británicos de iniciar el proceso de salida del club comunitario y la política de asilo e inmigración que ha enfrentado abiertamente a algunos países por las cuotas obligatorias de asilo.   En definitiva a Eslovaquia le toca la difícil tarea intentar renovar la confianza de los europeos en el proyecto común, pero también un momento muy bueno para su economía porque este protagonismo puede hacer que muchos empresarios pongan su interés en este pequeño país, si es que no lo han hecho ya.   Conviene recordar que Eslovaquia lleva ya unos años siendo la principal puerta comercial con el mercado de los países del Este.  Y es que, ser miembro de la Unión Europea para ellos sí tiene muchas ventajas.  Por ejemplo,  las inversiones en este país para cualquier empresa perteneciente a un Estado Miembro están liberalizadas. Además, tienen la ventaja de la seguridad jurídica. Mantiene un arancel aduanero común para todas las importaciones de países terceros, y está sometida a las decisiones de las instituciones y órganos judiciales europeos.   Por supuesto, tiene unas buenas infraestructuras que unen Eslovaquia con sus países limítrofes, como Hungría, Polonia, Ucrania o la República Checa, que son economías más potentes que la eslovaca, pero, también, con mayores costes de establecimiento (fiscales, licencias, laborales), y que convierten a esta pequeña nación en un centro de operaciones perfecto para el desembarco en el este del continente.   Más allá de eso, sus dirigentes se han esforzado al máximo por generar un entorno comercial atractivo para atraer capital internacional.  Por un lado, implantando un sistema fiscal muy favorable con un tipo impositivo único, alrededor del 20%, tanto para personas físicas como para sociedades.   Por otro, se creó la Agencia Eslovaca de Desarrollo del Comercio y la Inversión para apoyar financieramente proyectos en el sector energético, en especial en tecnologías relacionadas con el Medio Ambiente, donde apenas existe competencia local.   El perfil de su mano de obra también es un gran atractivo para cualquier inversor internacional interesado en hacer negocios. Al bajo coste de la mano de obra, comparado con sus vecinos, se le unen perfiles de elevada formación en áreas como la ingeniería o la electrónica y con amplios conocimientos de idiomas. Porque, a pesar de que el eslovaco es la lengua oficial, la mayor parte de la población habla inglés y alemán.   Durante los dos últimos años, estas políticas han favorecido en especial el desarrollo de dos sectores: el de la iluminación y el automovilístico, con fábricas de algunas de las principales marcas del mundo, como Hyundai, Volkswagen o Peugeot, lo que facilita el desarrollo de industrias auxiliares a su alrededor.   Esto lo saben bien los empresarios españoles. Puesto que la mayoría de las relaciones comerciales entre España y Eslovaquia están circunscritas al ámbito de la automoción. La asignatura, en cambio, está pendiente para sectores como el turismo, la energía o la logística que están empezando a entrar con más frecuencia al país,  pero no tienen todavía una apuesta clara.   Y es que, como ocurre en la mayoría de los países, exportar o internacionalizarse no es cuestión de coser y cantar. Adentrase en Eslovaquia también implica asumir una excesiva burocracia en la tramitación de las exportaciones.   Por otro lado, el Gobierno tiene un peso excesivo para una economía que se dice liberalizada. Y, por ejemplo, todavía mantiene bajo su control sectores considerados defensivos como el transporte ferroviario, el suministro de agua o la defensa.   También hay una excesiva discrecionalidad estatal en la concesión de ciertas licencias comerciales a pesar de que se cumplan con los criterios requeridos.   Todo esto unido a una intensa tendencia a la negociación, implica que los intercambios comerciales se dilaten en el tiempo más de lo que a los inversores internacionales les gustaría.

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