04 jun 2013
Con prudencia se llega a todas partes
La crisis ha obligado a muchas pymes a salir al exterior para buscar nuevos mercados en los que ampliar su negocio. Sin embargo, antes de emprender el camino fuera de España es importante dotarse de buenas dosis de prudencia y tener muy en cuenta algunas cuestiones fundamentales si no queremos arrepentirnos posteriormente de nuestra actuación. Primero, como advierte Javier Bajo, director general de la consultora Eurodalian, para llevar a cabo una correcta estrategia de internacionalización, hay que saber cuáles son las razones por las que la empresa debe salir al exterior. Por ejemplo, si éstas están relacionadas con el crecimiento del negocio o si tienen más que ver con la diversificación del riesgo que supone trabajar exclusivamente en un sólo mercado, o si por otra parte, lo que se busca es una mayor rentabilidad que solo se puede conseguir accediendo a otros países. Una vez que esto está claro, la compañía debe dar tres pasos básicos para comenzar su proceso de internacionalización con buen pie: elaborar una planificación estratégica integral, realizar un análisis detallado y dotarse de una aplicación de herramientas de marketing dirigidas a los mercados internacionales donde desee exportar su negocio. Pero, a continuación, hay que volver a ser prudentes. Esta vez para no cometer ninguno de los dos mayores y más frecuentes errores. El primero es tomar decisiones utilizando información de los nuevos mercados que no es completamente real o que se encuentra desactualizada, algo que nos puede conducir directamente hacia una estrategia equivocada o mal enfocada y, consecuentemente, al fracaso más absoluto en nuestras previsiones de negocio y resultados. El segundo gran error que hay que evitar es empeñarnos en imponer en los nuevos mercados un modelo de negocio demasiado encorsetado, utilizando y aplicando allí las mismas claves, pautas de actuación y criterios de valoración que estábamos usando en nuestro propio país o en nuestros mercados tradicionales. Ser conscientes de que cada población y cada mercado tiene sus propias claves es fundamental para acceder a ellos y actuar teniendo esto muy presente es vital para rentabilizar nuestro negocio allí. Si hasta ahora hemos actuado con buena dosis prudencia, ésta habrá que aumentarla notablemente cuando entremos en el terreno de la financiación. Tal como está el panorama financiero hoy en día, cruzar nuestras fronteras con dinero prestado por las los bancos puede convertirse poco menos que en una entelequia, por lo que no estaría mal contar con recursos propios (si no para toda la inversión, al menos para una buena parte de ella) y, además, recabar todas las ayudas económicas y las ventajas fiscales ofrecidas por nuestro país o por aquel en el que tenemos previsto instalarnos. Por último y dependiendo de las dificultades que ofrezca el país al que accedamos, otra buena medida de prudencia sería contratar los servicios de una consultora especializada en internacionalización para que aporte al proceso experiencia y relaciones profesionales. Hay que tener en cuenta que tropezar fuera de España puede dañar seriamente la reputación y las expectativas de una empresa, y eso sí que sería algo poco prudente para la viabilidad futura del negocio.
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